
El “Gran Israel”: Una farsa nazi con un Netanyahu como el profeta del odio
Por Alberto García Watson
❞El “Gran Israel” no es un proyecto político, es un delirio imperial. Benjamín Netanyahu lo presenta como una misión “histórica y espiritual”, pero en realidad es el mismo viejo sueño colonial disfrazado con retórica bíblica.
En su versión, este “Gran Israel” absorbería territorios palestinos y zonas de territorios árabes colindantes, borrando fronteras y de paso, borrando pueblos enteros.
Es el equivalente moderno del Lebensraum o “espacio vital” que prometía Adolf Hitler en sus mil años de nazismo, expansión por la fuerza, supremacismo étnico y la ilusión de un destino manifiesto grabado en piedra… o mejor dicho, en bombas.
Y aquí reside la cruda y aterradora verdad, no hay un líder mundial más cercano al pensamiento hitleriano en el siglo XXI que Benyamin Netanyahu, un individuo que no duda en equiparar el clamor por la libertad del pueblo palestino («Free Palestine») con el genocida lema nazi «Heil Hitler».
Es una bofetada a la historia, un acto de absoluta perversión moral que revela la mentalidad supremacista detrás de su proyecto.
Netanyahu, al igual que los líderes más oscuros de la historia, necesita un enemigo perpetuo. Y en este guion, los palestinos son el perfecto chivo expiatorio. No importa cuántos acuerdos internacionales se rompan, cuántos niños mueran, cuántas hogares se reduzcan a polvo, todo es “legítima defensa” cuando el objetivo final es agrandar el mapa y achicar la existencia del otro a través de una abierta política de exterminio propia de la solución final de Adolf Eichmann.
Pero aquí hay un giro digno de una novela política, mientras dibuja su “Gran Israel” sobre ruinas y cadáveres, Netanyahu también dibuja la ruta para su propia supervivencia política. Con causas judiciales abiertas por corrupción, fraude y abuso de poder, sabe que la paz sería su peor enemigo.
Porque en tiempos de calma, el sistema judicial podría hacer su trabajo, en tiempos de guerra, la “seguridad nacional” actúa como un escudo que lo mantiene lejos del calabozo que, en cualquier democracia funcional, ya estaría esperando por él.
Este es un liderazgo que no se mide en obras o logros, sino en la cantidad de tierra arrebatada y sangre derramada para sostener una narrativa mesiánica. Netanyahu no protege a su pueblo, lo toma como rehén en un conflicto perpetuo para garantizar que su poltrona siga ocupada y sus manos, aunque manchadas, sigan libres.
Al final, el “Gran Israel” y el “Reich de mil años” comparten la misma fórmula: una ambición territorial sin límites, un nacionalismo fanático y el desprecio absoluto por la vida humana. La única diferencia es el decorado, ayer eran desfiles con estandartes y antorchas, hoy son conferencias de prensa y gráficos de mapas.
Pero el resultado es el mismo, destrucción, muerte y la arrogancia de creer que el mundo entero debe adaptarse a la visión de un solo hombre y una deleznable ideología el sionismo que la misma ONU condenara en 1975 en la Resolución 3379 como una forma de racismo, equiparándolo al apartheid sudafricano.
Netanyahu no es un estadista, es un parásito político que se alimenta del conflicto y cuya “misión espiritual” no es más que un contrato de alquiler indefinido sobre la tragedia de un pueblo.
Biografía: Alberto García Watson es un comunicador y analista internacional reconocido por su compromiso con la causa palestina. En 2011, participó en la Segunda Flotilla de la Libertad a Gaza y posteriormente sirvió como escudo humano en la Franja de Gaza, colaborando con el Movimiento de Solidaridad Internacional (MSI) para proteger a agricultores y pescadores afectados por los ataques israelíes en el territorio asediado.
Desde 2013, García Watson ha sido analista habitual de PressTV y su homólogo en español, HispanTV. De 2014 a 2015, trabajó como corresponsal de HispanTV en el Líbano.
Durante la última década, García Watson ha sido ponente en numerosas conferencias sobre los problemas de Palestina, Líbano y Siria. También es un reconocido experto en el conflicto de Ucrania y colabora frecuentemente como comentarista en medios rusos.
Alberto García Watson es también columnista de medios digitales tanto españoles como internacionales, expresando constantemente una postura inequívocamente antiimperialista y antisionista.
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