Publicamos a continuación la declaración política de la Fracción Trotskista - Cuarta Internacional, impulsora de la Red Internacional La Izquierda Diario, ante las amenazas de Trump y la agresión imperialista sobre Venezuela y la región.
La ofensiva neocolonialista de Donald Trump contra el país ha dado un salto al “decretar” el “cierre total” del espacio aéreo venezolano, anunciar “inminentes ataques en el territorio” y dar plazos ultimatistas para que el gobierno venezolano ceda a las exigencias de Washington. Es una intensificación de su campaña de amenazas y “máxima presión” para lograr un cambio de gobierno en Venezuela, favorable a las necesidades del imperialismo estadounidense, en su pugna con las potencias “revisionistas” del orden mundial unipolar capitaneado por Estados Unidos tras el fin de Guerra Fría.
Como corriente socialista anticapitalista, que enfrentamos por izquierda al gobierno de Maduro/FF.AA., llamamos de nuevo a repudiar, con toda firmeza, la nueva escalada de la arrogancia imperial y colonialista, tal como desde siempre denunciamos y rechazamos todas las agresiones imperialistas contra el país. Las pretensiones de Trump deben ser derrotadas, la actual ofensiva imperialista debe fracasar, sus objetivos buscan profundizar brutalmente la condición semicolonial del país, donde su régimen político sea definido de acuerdo a lo que dicten desde la Casa Blanca.
Donald Trump y quienes lo acompañan en semejantes propósitos, como el criminal de guerra Peter Hegseth –responsable directo del asesinato cobarde y a sangre fría de casi un centenar de personas en el Caribe, tal como lo reconoce hoy sin pudor– o el Secretario de Estado Marco Rubio, buscan reafirmar ante Rusia, China, y la propia Latinoamérica y el Caribe, que “aquí manda Estados Unidos”, que somos su “patio trasero” –como nuevamente se atreven a llamarnos, con total menosprecio–. Lo de las drogas, el invento del término “narcoterroristas”, la infamia y estupidez sobre que Venezuela habría “vaciado las cárceles y manicomios para invadir Estados Unidos”, y las referencias a “la democracia”, son apenas excusas para tales propósitos neocolonialistas, en su pugna geopolítica.
Con esta agresión a Venezuela buscan “disciplinar” e intimidar al conjunto de la región, como parte de su control hemisférico, con el que pretende, entre otras cosas, garantizar acceso privilegiado y sin límites para Estados Unidos y sus corporaciones de los recursos energéticos y minerales raros, en el marco del agresivo extractivismo que hace parte de las disputas mundiales.
Las trabajadoras y trabajadores de nuestro país, víctimas de una inédita destrucción del salario y sus derechos laborales, de la persecución y amedrentamiento si se organizan para luchar, las y los jóvenes trabajadores y estudiantes, que en su mayoría padecen los rigores de la sobre explotación laboral y la falta de futuro en el país, las mujeres que padecen con particular dureza la realidad, las víctimas de la represión, todos debemos tener claro que ninguno de los problemas políticos, económicos y sociales que padecemos, tiene el más mínimo interés para la pandilla de reaccionarios y asesinos que dirige el gobierno estadounidense.
Es la misma pandilla que desprecia a las familias migrantes latinoamericanas, las persigue de la manera más cruel y las criminaliza sin ningún tipo de derechos a la defensa, pretendiendo incluso vender como esclavos a muchos, como lo estaba haciendo con los enviados a El Salvador. Es el mismo gobierno que se afincó desde 2019, y lo sigue haciendo en 2025, con brutales ataques a la economía del país buscando terminar de asfixiarla –las medidas de coerción unilateral, llamadas “sanciones”–, que evidentemente profundizan los padecimientos del pueblo venezolano, que ya eran dramáticos antes, por las políticas de ajuste capitalista aplicadas por el gobierno nacional. ¡Qué van a importarle a Trump y Cía los sufrimientos del pueblo venezolano!
Si el gobierno de Maduro y las FFAA, tal cual con sus políticas antiobreras y su represión, fuera un régimen alineado con Estados Unidos, tuviera el respaldo de este. El problema es que, con el chavismo, el imperialismo estadounidense –que es un imperialismo en declive, desafiado por cambios importantes en la economía mundial y en el peso específico de determinados países– perdió el control político sobre un país al que, durante todo el siglo XX, estuvo costumbrado a tener bajo su órbita.
La hostilidad imperialista, que intentó golpes de Estados y demás políticas para desplazar por la fuerza a Chávez, teniendo este el respaldo mayoritario del pueblo, y la ausencia de un proyecto verdaderamente revolucionario en el chavismo, es decir, de una proyecto que buscara subvertir el orden capitalista, lo llevaron a estrechar lazos cada vez más con potencias capitalistas competidoras de Estados Unidos, como Rusia y China, que hoy tienen en el país una presencia económica –e incluso de acuerdos militares– que jamás antes habían tenido. Ya bajo Maduro, que claramente no cuenta con el respaldo popular que tuvo Chávez y ha derivado en un régimen profundamente antiobrero, antipopular y con métodos dictatoriales para sostenerse en el poder, la hostilidad imperialista y las alianzas con Rusia y China no hicieron sino profundizarse.
Esas son las preocupaciones de Trump y los suyos: su pugna geopolítica, sobre todo con China, con quien prevé la mayor confrontación futura en términos estratégicos, y para lo cual se propone reafirmar el control estadounidense en el hemisferio occidental. Ya antes vimos la humillación a la que llevaron al gobierno panameño –aunque este hace gala de una suerte de vasallaje consentido–, de suspender una serie de acuerdos previos con China, dar trato preferencial de exoneración de costos a embarcaciones estadounidenses, y reforzar el posicionamiento militar gringo en el istmo. A su vez, al tiempo que despliega la campaña contra Venezuela, Estados Unidos amenaza también al gobierno colombiano encabezado por Petro, o chantajea al pueblo hondureño e interviene abiertamente en sus elecciones para forzar que se imponga el candidato de Trump.
Si el cambio de régimen político en Venezuela ocurriera por la coacción y extorsión imperialista, el país quedaría a las puertas de retroceder a un estatus de cuasi protectorado colonial de los Estados Unidos. La relativa independencia del país, limitada siempre por la relación subordinada de Venezuela en el capitalismo mundial –más aún con la profundización de la dependencia y el endeudamiento nacionales bajo el chavismo–, se vería seriamente comprometida: estaríamos en presencia de un país en el que el conjunto de sus clases y fuerzas sociales estarían sometidas a tal dominio del imperialismo que este, a fuerza de intimidación militar, decide cuál o cómo debe ser su régimen político.
Por eso, también reiteramos nuestro total repudio y denuncia a los políticos de la rancia derecha nacional, como María Corina Machado, Leopoldo López, Edmundo González, Ledezma, etc., que actúan apenas como auxiliares de tales propósitos neocoloniales. María Corina, en particular, no se cansa de mostrar su servilismo, insistiendo cada vez que puede en que la sustitución del actual gobierno por uno suyo (o de alguna figura afín a ella), es de mucha importancia para Estados Unidos, para su “seguridad nacional” y para sus empresas.
Las pretensiones neocoloniales de Trump deben ser derrotadas. No será de la mano de los planes de sometimiento nacional como tendrán solución progresiva –es decir, a favor de los intereses nacionales, de la clase trabajadora y de los sectores populares– los graves problemas que padecemos.
En ese marco, denunciamos que el Gobierno Nacional responda a la amenaza externa profundizando la represión interna. Viene hablando de la “irreductible determinación de defender la integridad territorial con firmeza y serenidad, en perfecta fusión popular-militar-policial, para garantizar la libertad, soberanía e independencia de la patria”. Pero es precisamente esa formulación “cívico-militar-policial” la que empleó también el gobierno para definir el tipo de unidad que sostenía a su gobierno, contra las protestas populares tras el 28-J, y la que se emplea hoy para intimidar cualquier expresión de descontento social.
Mas aún, el imperialismo no es solo un asunto de imposición de la fuerza militar, implica una dominación más sistemática, donde lo económico juega un papel clave. Es un sistema de expoliación de los recursos naturales del país y de transferencia sistemática de riquezas de las naciones subordinadas hacia los centros imperialistas, implica un condicionamiento de las decisiones sobre el uso de los recursos nacionales privilegiando las necesidades de los capitales imperialistas, implica, por todo lo anterior, menos recursos para las necesidades nacionales y populares. En ese terreno se expresa la inconsistencia del “antiimperialismo” oficial, pues este mismo gobierno le brinda a los capitales imperialistas, incluidos estadounidenses como Chevron, condiciones antinacionales y antiobreras para el saqueo de los recursos naturales: con ningún o bajísimos impuestos, sin restricciones ambientales, y les garantiza una fuerza de trabajo súper explotada, a fuerza de reprimirla.
Si se quisiera ser antimperialista consecuente, liberar al país de las ataduras a la dominación imperialista, el gobierno debería dar plena libertad de acción y de organización a los trabajadores, empezando por la industria petrolera, para luchar por sus demandas, inclusive contra las transnacionales estadounidenses que, como Chevron, siguen, después de un siglo, usufructuando los recursos energéticos del país. Debería cesar toda acción de grupos de choque parapoliciales y permitir que se despliegue la energía obrera y popular en la lucha por sus necesidades e intereses. En lugar de eso, el gobierno avanza en la imposición de la farsa de “Constituyente Obrera”, como mecanismo patronal y gubernamental para desplazar a los sindicatos que no logra controlar, y se apoya más en la burguesía nacional –con quien sostiene muy cordiales relaciones– que en la libertad de movilización obrera y popular.
Derrotar al imperialismo a fondo implicaría también tomar una serie de medidas elementales contra los intereses económicos imperialistas y sus mecanismos de dominación, como por ejemplo el desconocimiento de la usurera deuda externa, o la nacionalización sin indemnización de las múltiples propiedades de capital estadounidense en el país, empezando por los pulpos petroleros. Nacionalizar los capitales del imperialismo estadounidense, pero no para que estén en manos de burocracia estatal, que lo que ha demostrado es talento para enormes corruptelas, para el enriquecimiento privado y para ensañarse contra los trabajadores que luchan, sino pasarlas a un verdadero control por parte de comités y organismos elegidos democráticamente por los trabajadores, elegidos sin ningún tipo de imposiciones del partido de gobierno y de ningún partido patronal.
Al tiempo que alzamos nuestra voz contra la ultra reaccionaria ofensiva imperialista de Trump, denunciamos la represión interna y exigimos libertad de acción y movilización para los trabajadores, jóvenes y el pueblo pobre, el cese de la persecución contra dirigentes sindicales, la liberación de los jóvenes, trabajadores, defensores de Derechos Humanos, periodistas y demás presos por razones políticas. Una verdadera movilización de la nación para la defensa de la soberanía y derrotar las pretensiones neocoloniales, requiere la iniciativa y creatividad de las masas.
Más allá de las dificultades que tenga en estos momentos el gobierno de Trump para viabilizar sus reaccionarios objetivos, parte de la correlación de fuerzas para evitar que se concreten es el rechazo abierto a sus planes, es la movilización en su contra. Ya cuenta a su favor en el subcontinente con el apoyo de las derechas regionales y los gobiernos aliados, empezando por el del derechista Milei que ha publicado declaraciones apoyando los ataques en el Caribe y una avanzada sobre Venezuela. Lo mismo hace el derechista gobierno de Daniel Noboa, dispuesto a cumplirle todos los deseos a su majestad, Donald Trump y al FMI. El presidente de Paraguay, Santiago Peña, los gobiernos de Guyana, República Dominicana y Trinidad y Tobago, siguen el mismo camino, siendo de los más vergonzosos los últimos que ya han declarado la disposición de sus territorios ante un ataque directo o invasión imperialista a Venezuela.
También cuenta con el silencio cómplice de las formaciones y gobiernos progresistas, desde el peronismo en Argentina hasta el propio Lula en Brasil que tuvo este mismo martes una conversación "muy positiva" con Trump y que viene de señalar que Trump está "plenamente dispuesto" a cooperar con Brasil en la lucha contra el narcotráfico, apuntalando la excusa de Estados Unidos para avanzar en su agresión sobre Venezuela.
Es por esto que es más necesario que nunca que tanto las clases trabajadoras y pueblos de Latinoamérica como los sectores conscientes de la juventud, la clase trabajadora y la intelectualidad estadounidenses estén a la cabeza de condenar la agresión contra Venezuela y se movilicen activamente en repudio a las amenazas imperialistas. Impulsamos la más amplia unidad de acción antiimperialista a la vez que señalamos que la derrota del imperialismo y las burguesías locales incluyendo al régimen capitalista de Maduro, solo puede venir de la unidad de la clase obrera y los oprimidos del continente en la lucha por gobiernos de los trabajadores y el pueblo pobre como parte de una Federación Socialista de América Latina y el Caribe.
¡Fuera buques y tropas estadounidenses del Caribe!
¡Cese de todas las sanciones económicas contra Venezuela!
¡Abajo el bloqueo aéreo impuesto por Trump!
¡La agresión imperialista debe ser derrotada!
Fracción Trotskista – Cuarta Internacional (FT-CI)
VENEZUELA: Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS)
ESTADOS UNIDOS: Left Voice
BRASIL: Movimento Revolucionário de Trabalhadores (MRT)
ARGENTINA: Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS)
FRANCIA: Révolution Permanente
CHILE: Partido de Trabajadores Revolucionarios (PTR)
MÉXICO: Movimiento de los Trabajadores Socialistas (MTS)
ESTADO ESPAÑOL: Corriente Revolucionaria de Trabajadoras y Trabajadores (CRT)
ALEMANIA: Revolutionäre Internationalistische Organisation (RIO)
ITALIA: Frazione Internazionalista Rivoluzionaria (FIR)
BOLIVIA: Liga Obrera Revolucionaria (LOR-CI)
URUGUAY: Corriente de Trabajadores Socialistas (CTS)
PERÚ: Corriente Socialista de las y los Trabajadores (CST)
COSTA RICA: Organización Socialista Revolucionaria (OSR)


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