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¡Salud!
La dementia chilensis se extiende por el planeta y –desafortunadamente– no hay vacuna.
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La dementia chilensis se extiende por el planeta y –desafortunadamente– no hay vacuna.
La hubo a fines del siglo XVIII, para su variante gala. Inventada por un médico francés, pero tú ya sabes cómo es eso. La burguesía francesa no apreció el disfrute de tan radical como eficaz tratamiento y –ni corta ni perezosa– favoreció el desarrollo de las masacres de masa, innovación que llegó de la mano de un corso llamado Napoléon cubriendo rápidamente toda Europa. Es imposible detener el progreso...
Desde entonces Europa se especializa en guerras y genocidios.
Contrariamente a lo que circula en Tik Tok, el doctor Joseph Ignace Guillotin no fue el inventor de la vacuna, sino un colega suyo, cirujano militar, el doctor Antoine Louis, lo que explica que el primer apodo de la guillotina fuese Louison.
Pero la historia se escribe a tropezones y se retienen enormidades inverosímiles, como por ejemplo que Lagos y Bachelet fueron socialistas. Del mismo modo el doctor Guillotin carga hasta hoy con un mérito inmerecido, aún cuando fue él quien propuso –con el apoyo de Mirabeau– la ley que adoptó el uso del artefacto del doctor Antoine Louis para ejecutar a los condenados a muerte.
Joseph Ignace Guillotin había hecho siete años de estudios teológicos en el Colegio Jesuita de Burdeos, antes de realizar estudios de medicina en Reims y en París. Médico y jesuita, compartió consulta y clientela con otro célebre galeno –Jean-Paul Marat– y se dio a conocer exigiéndole públicamente a Louis XVI terminar con los privilegios de la monarquía, remplazando la votación por órdenes (clero, nobleza y tercer estado) por el derecho a un voto por cabeza.
Aquello lo llevó a ser diputado a los Estados Generales donde presidió el Comité de Salubridad. Aunque no lo creas, murió de muerte natural, en su cama, a los 75 años de edad. Te lo doy firmado:
Por descabellado que te parezca, su idea de usar la guillotina buscaba suprimir sufrimientos innecesarios y crueles, imponer la igualdad y –aunque parezca contradictorio– eliminar la pena de muerte.
Hasta entonces la ejecución de la pena capital difería según el rango social del condenado. Los nobles eran decapitados con un sable, los plebeyos con un hacha. Los regicidas y los criminales eran descuartizados, los heréticos eran quemados vivos, los ladrones ahorcados y los falsificadores de moneda hervidos en una caldera. Con la moneda no se juega...
La lista de buenas acciones del doctor Guillotin es más larga que la mía (no me refiero a mis acciones...). Enseñó anatomía, fisiología y patología, hizo investigación científica, diseñó las salas parlamentarias o hemiciclos, propagó la vacuna contra la viruela, instaló el primer programa de salud pública en Francia, fundó la Sociedad Académica de medicina...
Te hago el cuento porque hoy escuché –tapándome los oídos como siempre – Radio France Info que alguna vez –eso dicen– fue un medio respetable. Entrevistaban al fundador de la empresa Carmat, creada con el encomiable propósito de desarrollar el primer corazón artificial bioprotético autoregulado, úsease el primer corazón artificial, destinado a salvar la vida de miles de víctimas de enfermedades coronarias.
Carmat produjo un corazón, para constatar luego que había aún mucho camino por delante, quebrar, ser rescatada con dinero público, y más tarde ser condenada a obtener recursos privados o a desaparecer.
La periodista –adiestrada como lo son los periodistas contemporáneos a repetir boludeces– le preguntó a su creador: “¿Y cuál es su mercado?” (sic).
Pierre Bastid, que así se llama el fundador de Carmat, le respondió con una réplica de sencillez bíblica: “Por el momento no hay producto, ergo, no hay mercado”.
La periodista de seguro no sabe lo que es un mercado, ni conoce la diferencia entre una demanda solvente y una oferta inalcanzable, para no hablar de una competencia libre, leal y sin trampas, en fin, todas las estupideces que enseñan en las escuelas de Economía.
Su inquietud se centraba en un tema mayor: “¿Cuando piensa Ud. que Carmat va a generar ganancias?” La vida del ser humano era la menor de sus preocupaciones, no por nada somos el país en que nació el Siglo de las Luces (en el año 2026 la producción de velas en Francia alcanzará la respetable cifra de negocios de 5 mil millones de euros...).
Pierre Bastid le precisó que –el día que funcione– producir un corazón artificial tendrá un coste del orden de 200.000 euros, o sea más de 200 millones de pesos. Y que actualmente hay una lista de espera (de una prótesis, de un transplante o lo que sea...) de más de 10 mil pacientes.
¿Cuantos de ellos podrían pagar $ 200 millones?
¡Joseph Ignace Guillotin despierta! Los periodistas –no sólo ellos– se volvieron locos... Sin la Seguridad Social de cobertura universal, ¿quién coños puede pagar la Salud? Así las cosas... ¿se puede hablar de mercado? Allí dónde existe una Seguridad Social digna de ese nombre, se estima que es cinco veces más barata que los seguros privados... Los seguros privados: ellos sí son un mercado y un pingüe negocio...
Pero el siglo XXI es el siglo de los weones. Hay quien afirma que la diferencia entre el Hombre y los primates (monos, chimpancés, gorilas, mandriles, macacos, perezosos, etc.) reside en que en una manada de primates nunca dejarán que gobierne el más boludo.
Dicho así parece una salida de madre, pero el martes por la mañana el diario madrileño El País publicó este titular... ¡agárrate Catalina!
La empresa gestora del hospital público de Torrejón ordena rechazar pacientes para ganar más: “Hacemos actividad que nos perjudica”
El CEO del grupo Ribera, que gestiona el hospital privatizado, pide a sus mandos ajustes para lograr un beneficio de “cuatro o cinco millones”, según unas grabaciones a las que ha tenido acceso EL PAÍS
El CEO (chief executive officer, para los amigos) no tiene en cuenta lo que debiese ser el centro privilegiado de su atención, o sea la salud de la población. El CEO es un cretino que conoce –u oyó hablar– de la Contabilidad Analítica. Esta última te permite desmenuzar los costes y el producto de todas y cada una de las actividades de una empresa, con la posibilidad de hilar muy fino.
Así, el CEO puede concluir en que una operación de la próstata, o una pinche angioplastia, generan ganancias guapas, mientras que una operación de Bentall ofrece una rentabilidad menor, o dicho de otro modo que más bien rompe los cojones, que “es una actividad que perjudica”.
Gracias pues a la Contabilidad Analítica, algunos establecimientos de salud privada pudiesen caer en la tentación de rechazar tal o cual cuidado médico por lucro insuficiente, y favorecer otros porque traen una pasta gansa. No digo que lo hagan, pero tú ya sabes... la gente es mala y se imagina cosas.
En todo caso, el hospital público de Torrejón, con administración privada, según el diario El País (que es él mismo una empresa con fines de lucro), “rechaza pacientes para ganar más”. ¿Te queda claro?
Esta visión de la Salud es la que impera en Chile, preside la organización de lo que llaman Health Care en EEUU, e intentan imponernos ahora en la Unión Europea.
Ella ofrece algunas ventajas:
* De ahora en adelante ya no seremos pacientes sino Clientes.
* Con suerte padeceremos de males rentables, lo que nos ganará el título de Buenos Clientes.
* Los Estados de la Unión reducirán dramáticamente los presupuestos de Salud, ofreciéndole así una gran masa de recursos al lucro privado.
* Los economistas podrán calcular un significativo aumento del PIB.
* Surgirán numerosas oportunidades de negocio para crear start-ups.
* Aumentará la mortalidad de la tercera edad, aliviando la carga de las pensiones.
* La mayoría de los tratamientos medicamentosos se limitarán al paracetamol.
Como de seguro sabes, el paracetamol es utilizado para disminuir los dolores de intensidad ligera a moderada (acción antalgica), o para hacer caer la fiebre (acción antipirética), sin eliminar las causas del dolor ni la fiebre, lo que es otra ventaja: así logras fidelizar la Clientela, y perennizas la cifra de negocios.
Como decía una de mis abuelas...
“¡No hay salud!”
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