¿A qué, a encerrarse?: Los dichos de José Meza que se condicen con el programa laboral de Kast
Las declaraciones del diputado José Meza no son un error ni una exageración, sino la versión explícita del proyecto laboral que impulsa Kast: responsabilizar a quienes trabajan, naturalizar jornadas más extensas y preparar el terreno para una contrarreforma que recorta indemnizaciones, eleva la edad de jubilación y limita el poder sindical.
Las recientes declaraciones del diputado republicano José Meza no son un exabrupto aislado, sino la expresión más nítida de la orientación laboral del proyecto político que representa José Antonio Kast. Cuando afirma que hay que encerrarse en la casa, cuando se tiene más tiempo, buscando así convencer de que se debe trabajar aún más, reproduce un discurso patronal que busca responsabilizar a las y los trabajadores de problemas estructurales, mientras invisibiliza la enorme concentración de riqueza y el poder empresarial. Estos dichos coinciden plenamente con la línea programática de Kast: terminar con los años de servicio como indemnización, aumentar la edad de jubilación, expandir la flexibilidad laboral y limitar el alcance del sindicalismo. No es casualidad: el diputado simplemente dice en voz alta lo que el proyecto republicano entiende como “modernización” del trabajo, es decir, un retroceso drástico de derechos para beneficiar a los grandes grupos económicos.
Esta retórica empresarial utiliza un lenguaje clásico y de carácter económico,“esfuerzo”, “sacrificio”, “productividad”, para justificar medidas profundamente regresivas. Es una estrategia demagógica: promete crecimiento económico a costa de pedirle a la clase trabajadora que renuncie a garantías históricas, mientras las empresas mantienen intactos sus márgenes y privilegios. De esta manera, se intenta instalar la idea de que cualquier avance en derechos laborales por mínimo que sea perjudica al país, cuando los verdaderos obstáculos al desarrollo están en la precarización estructural, los bajos salarios y la desigual distribución del poder económico.
Este debate también tensiona al gobierno actual de Boric. La implementación de las 40 horas ha sido presentada como un avance social, pero su diseño dejó amplios espacios para la flexibilidad laboral, lo que ha permitido que muchas empresas adapten turnos y redistribuyen cargas horarias sin necesariamente mejorar las condiciones reales. Peor aún, esta situación ha permitido que la derecha ataque simultáneamente la reforma,acusándola de afectar la productividad mientras presiona por más flexibilidad en favor de los empleadores.
La ofensiva discursiva del diputado republicano debe leerse entonces como parte de una estrategia mayor: avanzar hacia una contrarreforma laboral que revierta derechos históricos. Su conexión con el programa de Kast no deja dudas: recortar indemnizaciones, elevar la edad de jubilación, debilitar el sindicalismo y normalizar jornadas más extensas forman un conjunto coherente orientado a restaurar un orden laboral disciplinario, propio de una economía que prioriza la rentabilidad por sobre la vida de quienes producen la riqueza.
El programa republicano,desde la eliminación de indemnizaciones hasta el aumento de la edad de jubilación, sólo podrá detenerse mediante una resistencia organizada y sostenida desde los sindicatos y los lugares de trabajo. Son los sindicatos los que pueden frenar los ataques, impedir que la flexibilidad se utilice para precarizar y defender que una reducción de horas se traduzca efectivamente en más tiempo de vida.
En un contexto donde la derecha busca profundizar aún más un régimen laboral disciplinario, la organización sindical emerge como la principal barrera ante estos ataques. Reforzar la sindicalización, articular demandas comunes, coordinar acciones y disputar el sentido común sobre el trabajo son pasos indispensables para frenar una contrarreforma que pretende retrotraer décadas.

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