José Antonio Kast, candidato presidencial del Partido Republicano, llega a esta elección con un programa que, lejos de apuntar a mejorar la vida laboral de la gente, propone un retroceso profundo en derechos conquistados por generaciones de trabajadores y trabajadoras en Chile. No se trata de ajustes técnicos ni de modernizaciones administrativas; es un planteamiento político que reorganiza la relación entre empleadores y trabajadores en beneficio del empresariado.
Lo que Kast pone sobre la mesa es un país donde la protección laboral disminuye, donde la estabilidad se debilita y donde las reglas del juego se diseñan pensando en abaratar costos y reducir obligaciones para quienes contratan. En esa visión, el trabajador queda más expuesto, más solo y con menos herramientas para defenderse.
La indemnización por años de servicio: el blanco principal
Entre los puntos más polémicos de su programa está la eliminación de la indemnización por años de servicio, reemplazándola por una “indemnización a todo evento”. En el papel suena como una mejora; en la práctica, implica que cada trabajador financie su propia protección ante el despido, mientras las empresas disminuyen sus responsabilidades.
Este cambio no es menor. La indemnización actual no solo cumple un rol económico, sino también un rol disuasivo frente a despidos arbitrarios y una compensación mínima por años dedicados a un trabajo. Reemplazarla por un fondo individual es reducir un derecho colectivo a un ahorro privado, que en muchos casos será insuficiente.
Antonio Paez ex Presidente del sindicato de Starbucks Chile y dirigente del PTR declara frente a esto: "Bueno primero que todo, recordemos que ya hubo un primer ataque a los años de servicio durante la dictadura militar, que fue la que en 1981 con el código laboral de José Piñera redujo los años de servicio a 11 años. Y ahora lo que quiere hacer Kast es que nosotros mismos como trabajadores nos paguemos los años de servicio, a través de "un ahorro" mensual, que saldrá desde el bolsillo del trabajador. Donde actualmente las empresas ni siquiera los 11 años quieren pagar, por eso muchas de las indemizaciones terminan judicializandose
Desde ya, es urgente que la clase trabajadora pueda ponerse en pie para rechazar esta agenda de precariedad y flexibilización laboral, debemos organizar la resistencia y eso pasa justamente por la coordinación entre trabajadores sindicalizados y no sindicalizados y que los mismos sindicatos dejen de ser agencia de los partidos tradicionales y se pongan a disposición de esta pelea. Solo haremos retroceder dicha agenda a través de la coordinación y la movilización.
Creo que hay que abrir un profundo cuestionamiento a las actuales direcciones sindicales, del Partido Comunista, Partido Socialista y al Frente Amplio, que durante 4 años desarrollaron una tregua, pasivizaron y se la jugaron a desmovilizar."
A esto se suma la intención de “flexibilizar” aún más las relaciones laborales, revisar avances como la jornada de 40 horas y debilitar las funciones fiscalizadoras de la Dirección del Trabajo, dejando al trabajador en un escenario donde la infracción puede pasar desapercibida y el abuso puede profundizarse.
Un libreto compartido
Lo relevante es que estas ideas no vienen solo de Kast. Hace unas semanas, un grupo transversal de economistas, entre ellos Rolf Lüders, Vittorio Corbo, Cecilia Cifuentes y Tomás Rau, planteó propuestas muy similares. Su recomendación de reemplazar la indemnización por años de servicio por una cotización del 1,8% al Seguro de Cesantía va exactamente en la misma línea del candidato republicano.
En una columna publicada en El Mercurio, Cifuentes y Rau señalan sin tapujos que los derechos laborales actuales son un “problema” porque encarecen los despidos. No mencionan, eso sí, que casi la mitad de las desvinculaciones en Chile se justifican por “necesidades de la empresa”, muchas veces sin claridad real y con poca fiscalización. En ese contexto, reducir aún más las protecciones es simplemente dejar al trabajador en la cuerda floja.
Kast recogió este ambiente y lo incluyó en su programa: flexibilización horaria, negociación estrictamente individual, debilitamiento de la fiscalización laboral y retrocesos en el sistema de seguridad social. En conjunto, estas medidas no apuntan a modernizar el mundo del trabajo como plantea en su retórica, sino a profundizar un modelo de precariedad, donde la estabilidad laboral, la previsión y los derechos básicos quedan subordinados a la libertad empresarial.
Kast sostiene que quiere “liberar” a los trabajadores, pero su propuesta libera aún más a los empresarios: libera para despedir, para negociar sin contrapeso, para ajustar horas y condiciones laborales. Es un tipo de libertad que favorece solo a uno de los lados: el más poderoso.
Es un debate político, no técnico. Lo que se discute no es un detalle administrativo. Es una definición sobre el país que queremos ser. ¿Un país que avanza hacia mayor protección social, estabilidad y dignidad? ¿O uno donde el trabajador vive en permanente incertidumbre, negociando individualmente y sin protección frente al despido?.
La derecha tiene claro su proyecto: reinstalar un orden económico donde el Estado se retira, la fiscalización se reduce y la iniciativa empresarial avanza sin contrapesos. Cuando Kast afirma que “el Estado no crea riqueza, el Estado destruye”, está expresando esa visión. Es el mismo dogma que justificó privatizaciones, recortes y décadas de desigualdad.
Frente a este proyecto Pablo Muñoz dirigente sindical de la Fundición del cobre Alto Norte e integrante de la Agrupación Amistad Obrera hace un llamado claro: "Con este programa derechamente empresarial se fortalece la prearización, flexibilización y se atacan los años de servicio, esta agenda de José Antonio Kast debe ser un llamado urgente para que los sindicatos se pongan a la altura de la situación y del carácter de estos ataques, deben llamar a resistir y a movilizarse frente a estas medidas que vienen a precarizar aún más las vidas de las y los trabajadores en su conjunto".
Ante este escenario, no basta con analizar el programa desde arriba. La fuerza para enfrentar estas propuestas tiene que venir desde los lugares de trabajo, desde los sindicatos, desde la articulación entre trabajadores y precarizados, desde la unidad de sectores que hoy están fragmentados. Kast y quienes lo acompañan ya definieron su camino. Van por derechos que costaron décadas de lucha. Lo que está por verse es si la clase trabajadora permitirá que se los arrebaten, para que esto no avance, precisamente es que se debe organizar la resistencia y responder a estos ataques con coordinación y movilización, en unidad con todos los sectores.

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