
El grito por Palestina paraliza la Vuelta: manifestantes fuerzan la neutralización de la etapa en Bilbao
Un grupo de activistas pro-palestinos ha logrado interrumpir la etapa 11 de la Vuelta en su tramo final, forzando a la organización a neutralizarla a tres kilómetros de la meta, en una acción de denuncia contra el genocidio en Gaza y la participación del equipo Israel–Premier Tech en la competición que se viene produciendo, aunque con menor masividad, desde su inicio.
La protesta, no violenta pero firme, logró lo que muchas campañas diplomáticas no han conseguido: visibilizar a nivel internacional la complicidad de ciertos actores con la ocupación israelí y poner en el centro del foco mediático el sufrimiento del pueblo palestino, incluso en un evento deportivo como la Vuelta.
La acción no fue improvisada. Ya en la primera parte de la etapa, el pelotón fue detenido brevemente tras una sentada de manifestantes en la carretera. Más adelante, cerca de la meta en Bilbao, un grupo logró saltar las barreras y acceder al recorrido, lo que encendió todas las alarmas de seguridad. La organización, en respuesta, optó por neutralizar la etapa a 3 km del final, eliminando así cualquier resultado competitivo del día.
Desde hace años, organizaciones de derechos humanos denuncian la utilización del deporte como herramienta de “sportswashing” —una estrategia para blanquear la imagen internacional de regímenes o Estados responsables de crímenes de guerra o abusos sistemáticos. El equipo Israel–Premier Tech, financiado por intereses vinculados al Estado israelí, ha sido señalado como parte de esta estrategia.
Que participe en una de las principales competiciones ciclistas del mundo mientras en Gaza se acumulan más de 60.000 muertes —según ONGs internacionales—, ha sido calificado como inaceptable por colectivos solidarios y movimientos propalestinos. En este contexto, la interrupción de la Vuelta se enmarca dentro de una campaña global que exige sanciones, boicot y desinversión como vía de presión legítima.
Lejos de tratarse de un simple acto disruptivo, la protesta ha logrado un impacto real: la etapa quedó sin vencedor, un hecho inédito en la historia reciente de la competición. Además, la intervención ha obligado a medios de comunicación de todo el mundo a cubrir el mensaje que portaban las pancartas: «No hay normalidad mientras Palestina sangra».
La Vuelta, que atraviesa pueblos y ciudades con historia de lucha y resistencia como Bilbao, no es un territorio neutral. Y aunque la organización haya intentado mantener el relato deportivo, lo sucedido este miércoles confirma que el deporte no está al margen de la política, y que la solidaridad no se detiene ante una línea de meta.
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