
El colapso del Orden Mundial
EL COLAPSO DEL ORDEN MUNDIAL
(Un pequeño ensayo sobre la orfandad de los pueblos)
El mundo dobló una esquina ciega y cayó en una alcantarilla.
Acusado de terrorismo por vestir una camiseta con la inscripción “Palestina Action”, Paul Laverty, marido de Iciar Bollain y guionista de las películas de Ken Loach, tendrá que vérselas en Septiembre con un tribunal londinense. No es el único, ni mucho menos de los detenidos allí por la defensa de la causa palestina. ¿Estará el tribunal a favor de los derechos humanos y contra el parecer del Gobierno que manda detenerlo? Pregunto. No es el Reino Unido una excepción europea, naturalmente. Allí se reprimen manifestaciones y se detienen activistas pro Palestina, como sucede también en Alemania o en Francia. ¿Serán juzgados por tribunales proclives a la defensa de los derechos palestinos y contra los gobiernos francés y alemán? Podría ser, sí, pero ¿podrá ser? Ah, eso es otra cuestión. La ilegal, ilegítima y criminal complicidad de gobiernos y jueces con los que matan niños y embarazadas, destruyen hospitales con médicos y enfermos, bombardean campos de refugiados, matan de hambre a miles y miles, y asesinan a los testigos de sus crímenes, muestra hasta qué punto el Derecho ha sido arrojado al cubo de la basura.
¿Por qué ofende la verdad siempre a los mismos?
Bien sea por actuar contra leyes inmorales, por proclamar derechos propios o ajenos legalmente reconocidos, por defender a los injustamente tratados, por revelar secretos de abusos de poder de un gobierno, o simplemente por decir verdades que ofenden a la doctrina dominante de un Estado, jueces parciales, cárceles especialmente preparadas y guardianes especialmente adiestrados para hacer sufrir a infractores de las leyes, aguardan para los que se atreven a decir verdades en países amordazados. Y hay muchos, según los Informes de las ONG humanitarias, y no solo los señalados como peligrosos por el famoso Club, como es el caso de Rusia (¿EEUU, no?) Corea del Norte, Venezuela, Cuba, India, Irán, (¿Israel no?) Existe la Corte Penal Internacional, pero no funciona porque EEUU no le deja para proteger a Israel. Debería funcionar para que juzgue los crímenes que cometen los gobiernos del mundo, los verdugos internacionales y los de sus amigos. Debería funcionar, sí, pero al doblar una esquina ciega se cae en una alcantarilla en cuyo oscuro fondo cenagoso se encuentran seres tan peligrosos como Netanyahu, Milei, Trump o Putin que deberían ser juzgados por ese alto tribunal, pero no se sabe muy bien por qué, silencio en la sala: en la del juicio. Y todos esos delincuentes y otros de su misma cuerda –siempre fascista o de esa cuerda- salen de rositas.
¿Ley y Orden? Sus víctimas
Ahora bien: si no eres fascista y te manifiestes contra una caterva de esos violentos que invaden tu barrio con malas maneras sembrando odio y violencia y entonces viene la policía porque alguien les planta cara en la plaza pacíficamente, y te detiene junto a unos amigos que pasáis por allí y un juez te condena a siete años de prisión. Y NUNCA son hechos aislados. Permanece en prisión Pablo Hassel, un rapero, por practicar la libertad de expresión, como las “Seis de la Suiza”, por defender derechos sindicales, tan a la baja como en Cádiz hace poco. En cambio no se investiga ni se detiene a un fascista que llama a destruir un barco porque socorre náufragos africanos pobres que huyen del hambre o de la guerra, ni tampoco se detiene a los inductores y ejecutores principales de injuriar masivamente en redes y en plazas públicas al presidente del Gobierno de España. Pero sí se detiene o se multa – a activistas sociales y a científicos en defensa del clima y la supervivencia humana. Curiosa casuística esta de la aplicación de las leyes en nuestra Europa y en este país porque invita a suponer que la única ley que se aplica con éxito policial y judicial es siempre la misma: los buenos son los delincuentes, y si hay que juzgar a alguien no será a ellos, sino al que defiende a sus víctimas. Es más fácil, sí, para los delincuentes, vivir con esa tranquilidad. Saber que si contaminan por tierra, mar y aire, si exterminan a un pueblo entero, siembran odio, inventan bulos, acosan, maltratan o matan periodistas, y otros delitos castigados por el código penal, los jueces hacen como que no se enteran. Entonces, ¿ quién defiende la justicia social, la moral, la vida, la verdad y el bien común?… Si los jueces no hacen su papel, ¿ no tendremos que ocupar su lugar los pueblos para estar a salvo -también de ellos- y defender lo que ellos no defienden?
El gran fracaso del Derecho Internacional
¿Por qué es posible que se den todos estos casos que menciono? Porque se enmarcan dentro del derrumbe del Derecho Internacional que caracteriza a nuestra época. Ya no hay un Orden, sino una pugna entre intereses de poder y mercados, y la ONU no sirve definitivamente, lo mismo que no sirvió antes la Sociedad de Naciones, y lo mismo que no sirve la Corte Penal Internacional. Como una burla contra todas estas instituciones supuestamente protectoras se suceden sin trabas los crímenes de guerra y los genocidios cuando conviene a los poderosos, y se ignoran los derechos humanos cuando el humano es de otro color que no sea el blanco nuclear, sea inmigrante de cualquier edad o sea palestino aunque sea recién nacido.
En este contexto de desprecio al Derecho (no digamos ya a la Justicia) los que defienden simplemente el derecho a la palabra libre pueden ser juzgados por motivos diferentes a los reales (decir la verdad) torturados, enfermados en cárceles horrorosas sin recibir asistencia médica, o raptados en plena luz del día, incomunicados y expulsados esposados del país, como vemos actualmente en Estados Unidos. Personas y grupos enteros acusados de simples sospechosos son tratados de esta manera, y cuando esto ocurre, y ocurre todos los días en alguna parte del mundo, (da igual que los gobiernos se llamen a sí mismos demócratas, neoliberales, comunistas o como quiera que se llamen)- los que ocupan los altos sillones actúan como ejecutores, como inductores o como encubridores directos y todos sus fieles colaboradores en todos los niveles de la corrupción miran para otro lado, ya sean civiles, militares o eclesiásticos.
Mientras tanto, muchos pueblos en los países desarrollados, pero cada vez más en todos los demás, viven inmersos en el torbellino que se les impone: desmotivados, adiestrados y manipulados; sin horizonte vital e ignorantes de la verdadera libertad, de la verdadera espiritualidad (camuflada como religión) y del acceso a formas de pensamiento libre y crítico.
Para todo eso que el ser humano aspira en lo más hondo de sí se le proporcionan siempre sucedáneos como democracia sin derechos o religión sin espiritualidad, perfectamente programados desde los primeros años de la vida. Estos sucedáneos desvían las mentes de los caminos principales y las empujan hacia caminos secundarios que conducen a dogmas, tradiciones, costumbres y fascismos triunfantes por el fracaso y la insatisfacción que producen al final. Ha sido oscurecido en las mayorías de las personas lo que pudiera favorecer su autonomía mental, su conciencia crítica y su conciencia social y espiritual y malviven recluidos en sus casas, desconfiando de sus vecinos, sentados ante sus televisores donde son debidamente instruidos con el discurso del poder civil y religioso para que las cosas sigan siendo siempre las que son.
¿Pasividad o resistencia?
Convencidos en masa por los discursos del Poder en cualquiera de sus versiones, (por la aparente fuerza de “Lo Irremediable”) miran hipnotizados el televisor y dejan de preguntarse, que para eso se creó la Sociedad del Espectáculo que se les ofrece y de la que ya nos puso en guardia hace mucho aquel grupo de revolucionarios de los años sesenta llamado “Socialismo o Barbarie”( como la que hay y la que veremos por no sé cuánto tiempo).
Dejar de preguntarse y convertirse en Espectador del Otro, del que a la vez se desconfía; tenernos divididos y enfrentados es perfecto para el Poder criminal del mundo. Pero quien deja de preguntarse, no evoluciona. Quien desconfía, no se une, y quien no se une es sometido. Entonces el Poder canta victoria sobre el mundo, sobre el suyo, puesto a sus pies, aunque no sabe todavía que ha doblado una esquina y simplemente se ha perdido en la oscuridad donde no existe ni ley, ni orden ni moral alguna. Allí nos puede arrastrar si le dejamos que actúe sin control, lo que no es posible si cada uno de nosotros no somos capaces de autocontrolar nuestros egos para no dañarnos ni parecernos a quien nos daña.
Agosto 2025
Imagen de portada: Colapso – creativecommons.org | Detalles de la licencia
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