sábado, 6 de septiembre de 2025

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La Expansión de los Asentamientos Israelíes y la Fragmentación de la Tierra en Cisjordania: Un Estudio de Caso – Aldea de Jaba’ / Jerusalén

 

 

Por Rasem Bisharat / Ramala – Palestina*

Desde la ocupación de Cisjordania en 1967, la aldea de Jaba’, situada al noreste de Jerusalén, ha vivido bajo una presión constante derivada de las políticas israelíes orientadas a la confiscación de tierras y a la reconfiguración del paisaje geográfico en favor del proyecto de asentamientos. Esta política no es aleatoria, sino sistemática, gestionada mediante pasos graduales diseñados para cercar la aldea e integrar sus tierras en proyectos estratégicos de asentamientos que conectan el norte de Jerusalén con los principales asentamientos circundantes, cortando así la continuidad territorial de Cisjordania. En este sentido, Jaba’ no es simplemente una víctima local de una confiscación limitada de tierras, sino un caso que ilustra cómo la expansión de los asentamientos se utiliza como una herramienta política y de seguridad para aislar Jerusalén de su entorno palestino y paralizar cualquier posibilidad de continuidad geográfica entre las partes norte y sur de Cisjordania.

Según estimaciones de 2017, Jaba’ alberga aproximadamente a 3,921 residentes, además de 600 habitantes en las comunidades beduinas situadas en los márgenes de la aldea. Todos ellos viven en un entorno legal y geográfico restringido, configurado por las disposiciones del Acuerdo de Oslo II de 1995.

En virtud de este acuerdo, Jaba’ fue dividida en dos zonas:

Área B: que comprende el 5% de las tierras de la aldea, bajo control administrativo palestino pero sujeta a control total de seguridad israelí, lo que hace que la soberanía palestina sea en gran medida nominal.

Área C: que comprende el 95% de las tierras de la aldea, bajo control israelí total, incluyendo planificación, construcción y seguridad. Esto otorga a la ocupación un instrumento legal —desde su perspectiva— para facilitar la confiscación de tierras e impedir cualquier expansión urbana palestina, al mismo tiempo que abre de par en par la puerta a proyectos de asentamientos.

Antes de 1967, Jaba’ se extendía sobre una superficie de aproximadamente 24,000 dunams (El dunum equivale a mil metros cuadrados), lo que reflejaba su condición de gran aldea agrícola. Sin embargo, esta tierra ha sido erosionada gradualmente mediante confiscaciones repetidas, quedando hoy solo 724 dunams dentro del plan maestro de la aldea disponibles para vivienda y construcción. En otras palabras, más del 95% de la tierra original ha sido arrebatada a sus legítimos propietarios. Según un estudio publicado por el Centro de Asistencia Legal y Derechos Humanos de Jerusalén (JLAC), alrededor de 20,000 dunams han sido destinados a fines de asentamientos: unos 7,000 dunams bajo el pretexto de ser designados como “reserva natural,” alrededor de 1,000 dunams para la construcción de carreteras de asentamientos que facilitan la movilidad de los colonos mientras desconectan a la aldea de su entorno, y más de 1,000 dunams aislados por el muro de separación. Además, entre 2023 y 2025, se confiscaron más de 1,870 dunams para la expansión de asentamientos y carreteras de asentamientos.

Estas cifras no son meras estadísticas; revelan la magnitud de la catástrofe que enfrenta Jaba’. Lo que una vez fue una aldea que se extendía a lo largo de decenas de miles de dunams, se ha reducido a un pequeño enclave asediado, donde los residentes están confinados a un espacio limitado apenas suficiente para cubrir sus necesidades urbanas básicas, mientras que el resto de la tierra es absorbida por un proyecto de asentamientos más amplio que busca redibujar el mapa demográfico de Jerusalén y sus alrededores.

Asentamientos y Puestos de Asentamiento en las Tierras de Jaba’

Los asentamientos establecidos en las tierras de Jaba’ representan un ejemplo contundente de cómo las confiscaciones graduales evolucionan hacia un paisaje de asentamientos integral que devora el territorio de la aldea y lo transforma en un enclave sitiado. Entre los más destacados se encuentra el asentamiento de Geva Binyamin/ Adam, establecido en 1984 sobre aproximadamente 1.139 dunams de las tierras de Jaba’. Con el tiempo, este asentamiento se ha expandido hasta convertirse en uno de los principales bloques de asentamientos al noreste de Jerusalén. Ya no es simplemente un conjunto residencial para colonos, sino parte de un proyecto de asentamiento más amplio destinado a imponer nuevas realidades demográficas y geográficas en la zona.

Además, las autoridades de ocupación establecieron en 1998 una zona industrial y comercial conocida como Sha’ar Binyamin, construida sobre casi 545 dunams de las tierras de la aldea. Promocionada por Israel como un centro económico, esta zona en realidad funciona como otra herramienta de expropiación de tierras, convirtiéndola en un espacio de inversión que sirve a la economía de los asentamientos, al tiempo que prohíbe a los propietarios palestinos utilizarla o incluso acceder a ella.

En cuanto a los puestos de asentamiento, destaca el de Bnei Adam, establecido al noreste del asentamiento Adam. El gobierno israelí ha estado trabajando durante años para legalizarlo a través de una serie de medidas administrativas, siendo la más notable la declaración de aproximadamente 501 dunams como “tierras del Estado” entre 2023 y 2025, según lo documentado por Peace Now. Este paso representa un intento de transformar un puesto de asentamiento ilegal en un asentamiento legalizado bajo la ley israelí, otorgándole así cobertura oficial para su expansión.

En 2024, la zona fue testigo de un desarrollo aún más alarmante con el establecimiento de un nuevo puesto de asentamiento llamado Tso’an Binyamin—también conocido como Umm al-Banin—en las fronteras de Jaba’, Adam e Hizma. Este puesto no solo fue construido sobre tierras palestinas confiscadas, sino que también estuvo precedido por la expulsión de familias beduinas de los terrenos baldíos de Hizma. Esto añadió una nueva dimensión a la política israelí en la zona: no solo confiscar tierras, sino también desarraigar a los habitantes originarios y forzarlos al desplazamiento. De esta manera, Jaba’ y sus alrededores se transforman en un campo de prueba para políticas complejas de asentamiento y desplazamiento, ejecutadas paso a paso pero con un objetivo estratégico claro: imponer hechos irreversibles sobre el terreno.

Confiscaciones Recientes de Tierras

Desde 2023, Jaba’ ha entrado en una nueva fase de agresión de asentamientos, documentada por la Organización Al-Baider y el Centro de Asistencia Legal y Derechos Humanos de Jerusalén (JLAC), con un ritmo de confiscaciones de tierras que se acelera a niveles sin precedentes. En octubre de 2023, las autoridades de ocupación anunciaron la confiscación de 501 dunams como “tierras del Estado” en las cercanías del puesto ilegal de Bnei Adam, un paso claro hacia la legalización de este puesto y la expansión de la influencia del asentamiento Adam, ya establecido sobre las tierras de la aldea.

El proceso no se detuvo allí. Entre diciembre de 2024 y enero de 2025, los límites del asentamiento Adam fueron ampliados mediante la anexión de otros 1.107 dunams, coincidiendo con el establecimiento del nuevo puesto Tso’an Binyamin, construido tras el desplazamiento de familias beduinas de sus tierras, como parte de una política gradual de desarraigo de comunidades beduinas.

En enero de 2025, llegó el golpe más reciente con la confiscación de otros 262 dunams de las tierras de Jaba’ e Hizma para la construcción de una carretera de asentamiento al noreste de Jerusalén. Esta carretera, de carácter estratégico, no sirve a los habitantes originarios de la zona, sino que refuerza la conexión de los asentamientos con Jerusalén, profundizando al mismo tiempo el aislamiento de las aldeas palestinas. Estas confiscaciones sucesivas revelan claramente que el objetivo no es simplemente la expansión espacial de los asentamientos, sino la remodelación más amplia del mapa geográfico en consonancia con el proyecto de asentamientos.

Carreteras de Asentamientos y Puntos de Control

La política de control territorial en Jaba’ no se limita a las confiscaciones directas, sino que se extiende a una red de carreteras de asentamientos y puestos de control militares que rodean la aldea y la fragmentan. El proyecto más destacado es la carretera 4370, conocida entre los palestinos como la “carretera del apartheid”. Esta vía atraviesa las tierras de Jaba’–Anata–E1 y fue diseñada para separar el tránsito palestino del de los colonos mediante un muro de hormigón de gran altura, en una escena que encarna la política de segregación en su forma más clara. Las expansiones recientes de esta carretera tienen implicaciones aún más graves, ya que buscan conectar directamente los asentamientos que rodean Jerusalén, consolidando al mismo tiempo el aislamiento de las aldeas palestinas y separándolas de su centro natural.

Además, datos del Instituto de Investigación Aplicada de Jerusalén (ARIJ) indican que las carreteras de circunvalación impuestas sobre las tierras de Jaba’ no llegan solas, sino acompañadas de lo que se denomina “zonas de seguridad”, franjas de hasta 75 metros a cada lado de la carretera. Estas áreas, prohibidas para los palestinos, implican una doble pérdida de tierra: no solo el trazado de la vía, sino también las zonas adyacentes que quedan vedadas para el cultivo o el uso agrícola.

Tampoco puede ignorarse el papel que desempeña el puesto de control militar de Jaba’ en esta ecuación. Situado a la entrada de la aldea, funciona como un instrumento para cerrar y aislar la zona en momentos de tensión o incluso de manera rutinaria, lo que obstaculiza la movilidad diaria de los residentes e impide a los agricultores acceder a sus tierras en épocas críticas, como las temporadas de cosecha. De este modo, la infraestructura de los asentamientos deja de ser simples carreteras o barreras y se convierte en una herramienta estratégica de control, que asfixia a la aldea y reconfigura su vida cotidiana conforme a los objetivos de la ocupación.

Impacto en las Comunidades Beduinas y en los Habitantes de Jaba’

Los efectos de la colonización en Jaba’ no se limitan a la confiscación de tierras agrícolas o a la asfixia del crecimiento urbano, sino que alcanzan también a las comunidades beduinas que rodean la aldea, donde los pastores viven en un margen geográfico frágil, enfrentándose a agresiones recurrentes y a expropiaciones sistemáticas que ponen en riesgo su mera existencia.

La comunidad de Ma’azi Jaba’, situada al este y noreste de la aldea, constituye un ejemplo contundente de esta política. Informes locales e internacionales, incluidos los de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) y de la Organización Al-Baydar para la Defensa de los Derechos de los Beduinos y las Aldeas en Riesgo, han documentado incursiones reiteradas de colonos, a veces acompañados por fuerzas de ocupación, que han implicado ataques directos contra los residentes, lesiones y la obstrucción del acceso de ambulancias. En junio de 2025 y nuevamente en agosto del mismo año, se registraron incidentes de incursiones y despliegues de fuerzas israelíes y colonos en el interior de la comunidad, acompañados de heridos y de la negación de atención médica en el lugar. Estos incidentes no parecen aleatorios, sino que forman parte de un patrón continuo destinado a crear un entorno hostil que obligue a los pastores a marcharse.

La cercana comunidad beduina de Al-‘Ara’ara, próxima a Jaba’, también ha sido objeto de ataques sistemáticos. Informes de prensa palestinos, entre ellos Mada News citando a la Organización Al-Baider, señalan que la comunidad ha sufrido durante años campañas de demolición repetidas que han destruido casas, establos y tiendas de campaña, junto con la confiscación de pastos y el arrasamiento de extensas áreas. El objetivo es claro: privar a los residentes de las condiciones mínimas de resistencia y forzarlos a abandonar la zona, en el marco de una política israelí sistemática conocida como “transferencia lenta”.

La Organización Al-Baider ha confirmado además que las crecientes presiones sobre estas comunidades no se limitan a la confiscación de tierras y pastos, sino que incluyen ataques reiterados contra el ganado, robos ocasionales y agresiones físicas directas a los pastores. Esta realidad refleja una estrategia deliberada de debilitamiento de la base económica y social de los beduinos, despojándolos de su modo de vida tradicional basado en el pastoreo, aumentando los costos de su supervivencia y empujándolos gradualmente hacia el desplazamiento forzoso.

Ataques de Colonos contra Tierras y Propiedades

Los ataques no se limitan a las comunidades beduinas, sino que se extienden al corazón agrícola de Jaba’ y sus alrededores. En junio de 2025, la Organización Al-Baider documentó un ataque perpetrado por grupos de colonos contra la comunidad de Ma’azi Jaba’, que provocó lesiones directas entre los residentes y una obstrucción deliberada al acceso de ambulancias. En agosto del mismo año, informes de OCHA registraron nuevas incursiones en comunidades beduinas, acompañadas de heridos y agresiones contra menores, lo que revela la ampliación del círculo de ataques hacia los sectores más vulnerables.

Pero las agresiones no se limitaron a las comunidades humanas. Se registraron incidentes de tala de decenas de olivos en la llanura de Jaba’, árboles pertenecientes a familias palestinas de la aldea, en un ataque directo a uno de los símbolos fundamentales de la identidad agrícola y económica palestina. Pese a que los propietarios de la tierra presentaron denuncias ante la policía israelí, no se tomó ninguna medida, lo que refleja una ausencia deliberada de aplicación de la ley cuando se trata de la violencia de colonos contra palestinos.

Los ataques de colonos también se repiten contra vehículos palestinos en los alrededores de Jaba’, especialmente en las carreteras de circunvalación que conectan Hizma, Mikhmas y la carretera de Ma’arajat. Los automóviles palestinos son apedreados y golpeados con palos de manera recurrente y aleatoria, poniendo en riesgo la vida de los civiles y convirtiendo el desplazamiento diario en una experiencia peligrosa. Estos ataques suelen producirse a la vista de las fuerzas de ocupación, sin que haya intervención alguna para detenerlos o responsabilizar a los autores, consolidando así una realidad de impunidad total.

En definitiva, lo que ocurre en Jaba’ y sus alrededores va mucho más allá de ataques aislados o confiscaciones puntuales. Se trata de un sistema integral destinado a debilitar la presencia palestina, socavando sistemáticamente los fundamentos de la vida diaria: la tierra, la agricultura, el pastoreo y la movilidad. Es una política de “asfixia lenta”, ejecutada a través de la expansión de los asentamientos, la confiscación y la violencia, que vacía la tierra gradualmente de sus habitantes originarios.

Dimensiones estratégicas de la confiscación de tierras en Jaba’

La aldea de Jaba’, al noreste de Jerusalén, se ha convertido en un ejemplo vivo de la manera en que se gestionan las políticas de confiscación de tierras y colonización en Cisjordania. La realidad sobre el terreno muestra con claridad que el objetivo no se limita a apropiarse de ciertas áreas aquí o allá, sino a redibujar por completo el mapa palestino.

Lo primero que llama la atención es la fragmentación del espacio territorial. Desde la construcción del asentamiento “Adam/Geva Binyamin” y de la zona industrial “Sha’ar Binyamin”, junto con la expansión de nuevos puestos de colonos, Jaba’ ha ido perdiendo progresivamente su espacio natural. Hoy, la aldea se ha transformado en un enclave cercado por todos lados, sin posibilidad alguna de expansión urbana o agrícola. En cifras, de las 24.000 dunams que conformaban la superficie total de la aldea antes de 1976, a los habitantes solo les quedan 724 dunams dentro del plan urbanístico autorizado. De esta manera, Jaba’ ha sido reducida a una simple “mancha residencial” cercada, sin futuro urbano.

Pero la cuestión no se limita solo a la pérdida del espacio, sino también de las tierras y los recursos. Las tierras confiscadas no se destinaron únicamente a la construcción de asentamientos, sino que vastas extensiones fueron clasificadas como reservas naturales o fragmentadas por el muro y las carreteras de circunvalación. El resultado es que agricultores y pastores perdieron la posibilidad de aprovechar sus tierras y recursos tradicionales. Esta transformación no solo cambió la forma del territorio, sino también la vida misma: de una comunidad basada en la agricultura y la ganadería a una comunidad asfixiada por restricciones y presiones económicas sofocantes.

A ello se suma la interrupción del movimiento y de la comunicación. La carretera 4370, conocida como la “Carretera del Apartheid”, pasa junto a Jaba’ y divide el territorio con un muro de hormigón. Con la presencia permanente del puesto militar de Jaba’, el desplazamiento de los habitantes se ha convertido en un proceso complejo y lleno de obstáculos, no solo para trasladarse, sino también para acceder a las principales ciudades: Ramala, Jerusalén y Belén. En la práctica, llegar a Jerusalén –la capital natural de los palestinos, situada a pocos kilómetros– se ha vuelto un sueño lejano para los habitantes de Jaba’.

La cara más dura de estas políticas se manifiesta en el desarraigo de las comunidades beduinas que rodean la aldea. Comunidades como Ma’azi Jaba’ y los beduinos de Al-‘Ara’ara viven hoy bajo ataques continuos de colonos, privados de pastos y fuentes de agua, dentro de una política de “vaciamiento lento”. La idea aquí no es una expulsión directa mediante decretos oficiales, sino hacer que la vida cotidiana sea insostenible, de modo que los habitantes se vean obligados a marcharse por sí mismos. Es un proceso lento y metódico de desalojo que busca disolver la presencia agrícola y pastoral palestina en esta región.

Impacto en la conexión entre el norte y el sur de Cisjordania

Lo que sucede en Jaba’ no es solo un conflicto sobre la tierra de una pequeña aldea, sino parte de una batalla mayor sobre el futuro de la geografía palestina. La aldea se encuentra exactamente en el corazón del cinturón de asentamientos conocido como plan E1, que busca conectar los asentamientos al este de Ramala y Jerusalén con el asentamiento “Ma’ale Adumim”, al este. Sobre el papel puede parecer un simple proyecto de desarrollo colonial, pero sobre el terreno significa una sola cosa: el cierre del último corredor vital entre el norte y el sur de Cisjordania.

El resultado directo es que Cisjordania ha quedado dividida en dos partes: el norte, que incluye Nablus y Ramala, y el sur, que incluye Belén y Hebrón, mientras que Jerusalén queda totalmente fuera de la ecuación palestina. De esta manera, cualquier idea de un Estado palestino con continuidad geográfica se vuelve prácticamente imposible. Y Jaba’, en el corazón de este plan, deja de ser una aldea agrícola para convertirse en una línea estratégica de separación, parte de un proceso destinado a aislar Jerusalén de su entorno palestino natural y cortar las arterias de conexión entre las principales ciudades palestinas.

Recomendaciones inmediatas y ejecutables

A la luz de los hechos revelados sobre Jaba’ y sus alrededores, surge la necesidad de medidas prácticas urgentes que vayan más allá de la simple documentación tradicional. El primer paso consiste en la preparación de un expediente integral en formato de mapas GIS (Sistema de Información Geográfica), acompañado de materiales visuales que documenten todo el proceso de las confiscaciones desde 1976 hasta 2025, mostrando las fronteras entre las áreas B y C, las localizaciones exactas de los asentamientos y de los puestos avanzados, así como las rutas de las carreteras de circunvalación y las ubicaciones de las comunidades beduinas como Ma’azi Jaba’ y los beduinos de Al-‘Ara’ara. Este expediente puede basarse en los datos de instituciones como ARIJ, JLAC y la Organización Al-Baider, pero reforzado con levantamientos de campo recientes que otorguen mayor precisión y credibilidad.

El segundo paso se centra en la construcción de archivos de casos individuales (case files) que cubran cada incidente de ataque, demolición o impedimento de acceso a ambulancias. El archivo debe contener fechas precisas, testimonios, fotografías, vídeos, informes médicos y jurídicos, de modo que constituya un material sólido utilizable en la defensa de los derechos humanos y en la presentación de demandas legales. En este sentido, los informes de OCHA, de la agencia oficial WAFA y de la Organización Al-Baider representan un punto de partida que puede desarrollarse y transformarse en pruebas jurídicas consistentes.

El tercer paso consiste en fortalecer las alianzas con organizaciones locales e internacionales. Entidades como Al-Baider, que trabaja en la defensa de los derechos de los beduinos, pueden enriquecer el trabajo de campo con datos e historias locales, mientras que las alianzas con organismos como la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) y las delegaciones de la Unión Europea ofrecen una plataforma política y mediática para visibilizar internacionalmente la situación de Jaba’ y de las comunidades beduinas vecinas. Estas alianzas no son complementarias, sino una condición esencial para colocar el caso de Jaba’ en la agenda internacional.

Recomendaciones en el ámbito político y jurídico

Primero – En el ámbito político

Recomendamos que el caso de Jaba’ sea incluido como un modelo de campo claro de la política israelí de aislamiento y fragmentación geográfica. Esto implica presentarlo en sesiones de las Naciones Unidas y en organismos europeos, como un ejemplo que expone las políticas israelíes destinadas a dividir Cisjordania en cantones aislados. En el discurso diplomático, se debe utilizar el caso de Jaba’ para explicar los riesgos derivados del proyecto E1 y sus consecuencias catastróficas para la unidad del territorio palestino y la viabilidad de la solución de dos Estados.

Además, existe una necesidad urgente de apoyar programas de resiliencia comunitaria en Jaba’ y en las comunidades beduinas vecinas, especialmente en los sectores agrícola y ganadero. Este apoyo no significa únicamente garantizar la supervivencia material de los habitantes, sino que constituye también un acto político que enfrenta las políticas de vaciamiento forzado y protege la tierra de convertirse en un vacío geográfico que facilite la continuación de los proyectos de colonización.

Segundo – En el ámbito jurídico

Desde el punto de vista jurídico, los hechos acelerados imponen la presentación de apelaciones urgentes contra las declaraciones de “tierras del Estado” y contra los planes de expansión de los asentamientos, con el objetivo de obstaculizar su implementación en el terreno y prolongar la disputa legal en torno a ellos. Asimismo, es necesario incluir el caso de Jaba’ en los expedientes palestinos presentados ante tribunales internacionales, especialmente ante la Corte Penal Internacional, ya que constituye un ejemplo de crimen de guerra basado en la transferencia de población y en la construcción de asentamientos en territorios ocupados, algo explícitamente tipificado como delito por el derecho internacional.

Además, resulta imprescindible crear un archivo nacional documentado exclusivamente sobre Jaba’, que contenga mapas detallados, imágenes aéreas, vídeos y órdenes oficiales israelíes relacionadas con la confiscación y la demolición. Este archivo se convertirá en una herramienta estratégica para apoyar los esfuerzos de defensa jurídica y mediática, no solo a nivel local, sino también en los foros internacionales, donde la documentación precisa se convierte en un requisito esencial para convencer a la opinión pública mundial y a los responsables de la toma de decisiones.

 

* Dr. Rasem Bsharat – Doctorado en Estudios de Asia Occidental y Comisionado de Relaciones Exteriores de la Organización Al-Baider para la Defensa de los Derechos de los Beduinos y de las Aldeas Amenazadas en Palestina

 

 

 

 

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