
Argentina. Sobre el slogan Partido de los Trabajadores
por Rolando Astarita
Periódicamente, diversos partidos trotskistas levantan la consigna de “Partido de los trabajadores” (PT), concebido como una organización que reúna corrientes de izquierda del movimiento obrero. Se considera que sería un paso hacia la formación de un partido obrero socialista, marxista. Es lo que propone hoy el PTS en Argentina. Por ejemplo, Izquierda Diario del 30 de agosto, publica una charla entre Raúl Godoy, dirigente sindical del peronismo de izquierda, y Titín Moreira, del PTS, con un texto que dice:
“Es necesario unificar a la clase obrera y a otros movimientos sociales, con el fin de superar las limitaciones de la acción sindical y luchar por una alternativa política propia. La idea de un Partido de los Trabajadores busca ser un punto de encuentro para diferentes sectores que comparten intereses comunes. Esto incluye a los trabajadores sindicalizados y no sindicalizados, así como a los movimientos sociales y a la juventud. Su objetivo es coordinar la lucha de estos grupos, que, si bien son importantes por separado, pueden ser mucho más fuertes si actúan de forma conjunta” (Izquierda Diario, 30 de agosto).
La táctica del PT fue aplicada por grupos trotskistas, en diversas circunstancias. Así, en Argentina, en los 1960, la corriente dirigida por Nahuel Moreno propuso que el dirigente de los metalúrgicos, Augusto Vandor –en ese entonces en conflicto con Perón- convocara a un partido obrero basado en los sindicatos. Más tarde, en 1974, Política Obrera (su principal dirigente era Jorge Altamira) propuso un PT, en línea con lo propuesto por Trotsky para EEUU, en los 1930 (véase más abajo). Asimismo, en los 1960 y 1970 algunos grupos llamaron a la formación de un PT, que adoptara los programas, nacionalistas y estatistas, aprobados por la CGT en La Falda, en 1957; y Huerta Grande, en 1962. En el mismo sentido, en los 1980 el MAS lanzó la propuesta del PT, dirigida a los obreros y dirigentes de la izquierda peronista. En otros países también se aplicó la táctica. En Gran Bretaña muchos grupos militaron, durante décadas, en el Laborismo, con la esperanza de transformarlo en un partido independiente de la burguesía. El PT de Brasil, dirigido por Lula, también fue considerado por muchos trotskistas como un embrión de partido obrero independiente.
En lo que sigue hacemos un repaso de cómo se planteó el slogan de PT en el socialismo revolucionarios, y presentamos los principales problemas que, a nuestro modo de ver, tiene esta táctica.
La recomendación de Engels
La idea de alentar la formación de un PT, o Partido Obrero Amplio, está contenida en las cartas que Engels escribió, en 1886 y 1887, acerca de la política hacia el movimiento obrero de EEUU. Tradicionalmente, el sindicalismo en EEUU se había organizado en base a los sindicatos de oficio, que agrupaban a trabajadores calificados. Los no calificados no tenían representación. Sin embargo, con la difusión del taylorismo y del maquinismo, muchos trabajos calificados se redujeron al nivel de operarios simples de máquinas, con lo cual se sentaron las bases para pasar a una organización sindical de masas. Como resultado, en 1876 se formó, de manera clandestina, los Knights of Labor (Caballeros del Trabajo). En los años siguientes los Knights encararon un paciente trabajo de organización de la clase obrera, y partir de 1880, aparecieron a plena luz. Su impulso definitivo estuvo dado por una ola de huelgas que agitó al país desde 1884.
Los Knights of Labor constituían una mezcla heterogénea. En su dirección había desde sindicalistas socialistas revolucionarios –como Buchanam- hasta fervientes reformistas como Powderly. Posiblemente expresaron la forma de organización y conciencia más elevada alcanzada por la clase obrera norteamericana.
Las cartas de Engels se dirigieron a militantes europeos, residentes en EEUU, que habían adoptado una posición sectaria hacia los Knights of Labor. Le reprochaban sus tendencias reformistas y conciliadoras, y se negaban a participar en la organización. Por eso, en carta a Sorge, Engels recomendó actuar dentro de los Knights para formar “un núcleo de gente que comprenda el movimiento y sus fines, y que, en consecuencia, tome la dirección, por lo menos de una sección, cuando se produzca la ruptura inminente e inevitable ‘del orden natural’” (29 de noviembre de 1886). Estas recomendaciones se ubicaban en el terreno de la crítica a una política sectaria. Pero Engels profundizó: “El primer paso de importancia para todo país que entre en el movimiento es siempre la organización de los obreros como partido político independiente, no importando cómo, siempre que sea un partido netamente obrero. (…) Que el primer programa de ese partido sea todavía hoy confuso y muy deficiente, que haya izado la bandera de Henry George, son males inevitables, pero también solo transitorios. Las masas deben tener tiempo y oportunidad para desarrollarse y únicamente pueden tener la oportunidad de hacerlo si tienen su propio movimiento, no importa en qué forma siempre que tengan su propio movimiento –al que hacen progresar por sus propios errores y aprendiendo de sus heridas” (ibídem, énfasis agregado). A su vez advertía que era necesaria “gente de mentalidad teóricamente clara” para explicar al movimiento las consecuencias de sus propios errores y “hacerles comprender que todo movimiento que no tenga en vista constantemente y como objetivo final la destrucción del sistema asalariado está destinado a descarrilarse y fracasar”.
Problemas en la política de Engels
Cuando Engels escribió sobre el Partido Obrero “Amplio” continuaba, en cierto sentido, la táctica de Marx hacia la Primera Internacional (Engels cita esta experiencia en carta a Wischnewetski del 27 de enero de 1897). Es que al redactar el Manifiesto de la AIT Marx había procurado dar cabida a todos los sectores, sindicalistas, anarquistas proudhonianos, blanquistas, etcétera. Con eso apuntaba a realizar una experiencia en común, para que las diversas corrientes evolucionaran hacia el socialismo científico. Sin embargo, la experiencia no fue tan sencilla. En especial, desde la incorporación de Bakunin y sus partidarios, Marx se vio obligado a luchar permanentemente contra las más diversas ideas sectarias e idealistas. Y después de la derrota de la Comuna, la AIT no pudo continuar. El mismo Engels recordaría luego que las filas de la organización se llenaron de corrientes con las ideas más estrambóticas.
Señalamos esta experiencia porque mostraba que el “vacío ideológico” en el movimiento obrero no era tal. Incluso los Knights of Labor no eran realmente independientes de la burguesía. Su programa era pequeñoburgués y reformista; pensaban que se podía liberar a la clase obrera convirtiendo a todos los trabajadores en pequeños propietarios apelando a cooperativas y el crédito barato (véase Guérin, ¿A dónde va el pueblo norteamericano? Buenos Aires, 1954). Por eso los Knights no pudieron resistir la ofensiva del sindicalismo amarillo, aliado al capital, y el movimiento terminó en la frustración y el desánimo.
De todas formas, a fines de 1886 Engels tenía una visión optimista de las posibilidades de evolución de los Knights hacia la independencia de clase. En una carta a Florence Wischnewetski, quien le había pedido una crítica a Henry George (el líder que votaban los obreros norteamericanos), Engels dijo que no era el momento propicio para esa crítica, y que lo más importante “es poner en marcha a la clase como clase; una vez obtenido esto, pronto hallarán la dirección correcta y todos los que se resistan, sea Henry George o Powderly, se quedarán solos con pequeñas sectas particulares” (carta de Engels, 28 de diciembre de 1886).
Engels insiste entonces en la idea de la “masa maleable” y en que era posible organizarse “como clase”, en EEUU, al margen de la ideología reformista o pequeñoburguesa, porque las masas “pronto hallarán la dirección correcta”. ¿Pero cómo los trabajadores encontrarían “esa dirección correcta” bajo la guía de Henry George? Engels no lo explica.
El “Partido Obrero Amplio” en la socialdemocracia rusa
La cuestión del PT, o Partido Obrero Amplio, se volvió a poner en discusión en el Partido Socialdemócrata ruso. Es que en el curso de la revolución de 1905 un sector de los mencheviques lanzó el slogan de formar un POA, impulsó la convocatoria de un “Congreso Obrero” y citó en apoyo de esa política las cartas de Engels referidas a EEUU.
Lenin rechazó la propuesta de los mencheviques con un argumento que consideramos clave: era imposible formar un partido obrero “amplio e independiente” dada su sujeción a la ideología de la pequeña burguesía y, por ende, a la burguesía. Por lo tanto, los marxistas debían separar la ideología pequeño burguesa reformista de la política de los obreros revolucionarios, por la sencilla razón de que no puede existir un movimiento obrero “en el aire”, sin ideología y política definidas.
Además de las cartas de Engels, los mencheviques rusos partidarios del Congreso obrero citaban la formación de un partido obrero en Bélgica, a partir de la fusión de diversas corrientes socialistas. En respuesta Lenin señaló que el proceso belga no había sido espontáneo, sino el fruto de años de lucha política contra las corrientes pequeñoburguesas. En relación a Rusia, seguía su razonamiento, el peso de la pequeña burguesía era muy grande y la necesidad de combatir la influencia burguesa era incluso más aguda que en el resto de Europa. Por lo tanto, hacer propaganda por un PT llevaría a borrar las diferencias con la pequeña burguesía, los Socialistas Revolucionarios (partido campesino de izquierda) y corrientes semejantes. Por lo tanto, en el Congreso realizado en 1906 los bolcheviques votaron una resolución que decía que el “Congreso Obrero” “en la práctica beneficia fundamentalmente a las corrientes pequeñoburguesas porque borra las diferencias existentes entre el proletariado y los pequeños productores” (véase Lenin, “La crisis del menchevismo”, Obras Completas, t. 11, ed. Cartago).
Lenin enfatiza: “… los bolcheviques rechazan el Congreso Obrero precisamente porque oscurecería la diferencia entre el punto de vista de los proletarios y el de los pequeños propietarios” (ibídem). Los mencheviques, en oposición, sostenían que la formación del Partido Obrero Amplio podía agrupar “a los obreros políticamente conscientes”, formando una organización independiente. Lenin responde con el argumento de que no existe independencia política de la clase obrera en forma espontánea, al margen de la teoría marxista. Los “vacíos ideológicos” no existen porque la práctica sindicalista engendra, inevitablemente, ideología pequeñoburguesa. Solo la teoría marxista, defendida por un partido revolucionario, podía preservar un accionar revolucionario socialista de la clase obrera, independiente de la burguesía. Por eso, los que estaban a favor del Partido Obrero Amplio “predican en la práctica la desorganización del proletariado mediante la inclusión de ideólogos no proletarios, mediante la confusión de la verdadera independencia (socialdemócrata) con la falta de independencia y una política burguesa «socialista revolucionaria” (“Los combatientes intelectuales contra el dominio de la intelectualidad”, OC 12).
Partidos obreros – burgueses
Un punto central del argumento leninista es que no basta con que los integrantes del partido sean obreros para que el partido se pueda considerar independiente: “… solo son realmente independientes asociaciones obreras impregnadas de espíritu socialdemócrata; pero no solo impregnadas de su ‘espíritu’ sino también vinculadas táctica y políticamente con la socialdemocracia, por su incorporación al partido socialdemócrata o su adhesión a él” (ibídem).
La idea de Lenin, de que no existe un PT independiente de la burguesía, sin ideología y estrategia socialista, se expresó luego en su caracterización del Laborismo británico. Indudablemente, en los 1920 sus bases eran los sindicatos. ¿Eso era suficiente para caracterizarlo como un partido obrero? La respuesta es que no basta que las bases sean obreras para que el partido lo sea, ya que una dirección con un programa y estrategia burgueses, pasa a ser lo determinante en el carácter de clase de la organización. Por esta razón, Lenin caracterizó al Laborismo como un partido obrero – burgués, o directamente burgués. En una intervención en el Segundo Congreso de la Internacional Comunista planteó: “El camarada [McLaine] llamó al partido Laborista la organización política del movimiento sindical, y más tarde repitió la afirmación cuando dijo que el partido laborista es ‘la expresión política de los trabajadores organizados en sindicatos’. Me he encontrado con el mismo enfoque varias veces en el periódico del partido Socialista británico. Es erróneo…”. Por supuesto, la mayoría de los miembros del partido Laborista son trabajadores. De todas maneras, si un partido es o no un partido político de los trabajadores no depende sólo de una membresía de trabajadores sino también de la gente que lo dirige, y del contenido de sus acciones y sus tácticas políticas. Solo esto último determina si realmente tenemos delante nuestro un partido político del proletariado”.
“Visto desde este punto de vista, el único correcto, el partido Laborista es totalmente un partido burgués porque, aunque conformado por trabajadores, está dirigido por reaccionarios, y por la peor clase de reaccionarios, que actúan en el espíritu de la burguesía. Es una organización de la burguesía, que existe para engañar sistemáticamente a los trabajadores con ayuda de los Noskes y y Scheidemanns británicos” (“Lenin’s Speech On Affiliation To The British Labour Party”, en http://www.marxist.net/openturn/historic/script.htm?lenin.htm).
Algo similar podemos decir del Partido de los Trabajadores de Brasil. Es un partido con base en la clase obrera, pero su dirección defiende un programa y una política enteramente burguesa. Que Lula y otros dirigentes provengan de la clase obrera, no cambia la naturaleza de clase del partido. También con respecto a Solidaridad, de Polonia. En principio (se fundó en 1980) fue un sindicato independiente del régimen, pero acabó convirtiéndose en un partido político, bajo dirección de Lech Walesa, de origen obrero. ¿Fue un partido obrero? La respuesta es, de nuevo, que fue obrero por sus bases, pero burgués por el programa y orientación favorables a la restauración capitalista. Por eso fue apoyado por Reagan, Thatcher y el Vaticano.
Trotsky y el PT
En el campo del trotskismo la principal referencia sobre la táctica del PT es, lógicamente, Trotsky. Es que en 1938 el fundador de la Cuarta Internacional propuso propagandizar en el movimiento obrero de EEUU el slogan de formar un partido obrero amplio (véase “¿Cómo luchar por un Partido Obrero en los Estados Unidos?”, de abril de 1938; y “Comparación entre los movimientos obreros de Estados Unidos y Europa”, de mayo de 1938).
Sostuvo que esa táctica tenía sentido en EEUU, donde la clase obrera históricamente se había organizado en sindicatos. No era una política que pudiera aplicarse en países como Alemania, donde la clase obrera había sido organizada por la socialdemocracia y otras corrientes políticas. En segundo lugar, era consciente de que la clase obrera de EEUU confiaba en Roosevelt y el Partido Demócrata. Pero la crisis económica empujaría a los trabajadores a radicalizarse. Un síntoma de este proceso era el crecimiento del CIO (Congress of Industrial Organizations), que agrupaba a millones de trabajadores no calificados. Dada la crisis, los sindicatos solo podían tener una actividad defensiva, y se debilitarían a medida que aumentaba el desempleo. El problema entonces no era el sentimiento de las masas, sino la situación objetiva. La formación de un PT se imponía por la situación objetiva, y debería convertirse en un puente al partido revolucionario, marxista. “El slogan de Partido Obrero se corresponde con la situación objetiva y los elementos más avanzados comprenderán, y los elementos más atrasados se comprometerán. La necesidad de un partido político de los trabajadores está dada por las condiciones objetivas, pero nuestro partido es demasiado pequeño, con demasiada poca autoridad para organizar a los trabajadores en sus filas”. Incluso aconsejó afiliarse a la Labor’s Non-Partisan League. La LNPL se había creado en 1936 para apoyar a Roosevelt en la campaña por la reelección.
La realidad es que a partir de 1940 la economía de EEUU se recuperó, y siguió creciendo en las décadas de 1950 y 1960: entre 1950 y 1973 el PBI estadounidense creció al 3,6% anual y el PBI Industrial lo hizo al 4,1% anual. El movimiento obrero no rompió con el Partido Demócrata. La CIO siempre defendió el orden capitalista, y entre 1950 y 1955 incluso se plegó a la campaña del macartismo, expulsando a sindicatos dirigidos por comunistas.
El Partido Laborista en Argentina
Defensores de la táctica PT piensan que el Partido Laborista, dirigido, entre otros, por los sindicalistas Luis Gay y Cipriano Reyes, constituyó una experiencia de partido obrero independiente. Por ejemplo, en 1974 Ernesto González, dirigente de la corriente de Nahuel Moreno, sostenía que el Partido Laborista había sido “el primer intento de organización política independiente de la clase” (¿Qué es y qué fue el peronismo?, Buenos Aires, Pluma, 1974). Pero la realidad es que no hubo tal cosa. Recordemos, en primer lugar, que el PL se fundó en noviembre de 1945 y Perón ordenó su disolución poco después del triunfo electoral de febrero de 1946. O sea, en el mejor de los casos, estaríamos ante una “independencia de clase” que se sostuvo menos de un año y desapareció por una orden “de arriba”.
En segundo término, el PL nunca cuestionó el sistema capitalista y su Estado. Sí defendió las mejoras gremiales establecidas por la Secretaría de Trabajo y Previsión Social, bajo dirección de Perón desde 1943. Entre ellas, el estatuto del peón, la protección de la maternidad, las vacaciones anuales pagas y aguinaldo, estatutos especiales para los obreros del petróleo, la carne, bancarios. Fueron medidas progresistas, pero en absoluto fueron anti-capitalistas. El programa del PL era burgués reformista y contrario al marxismo. En este último respecto, se pronunciaba “contra las doctrinas que, desconociendo nuestra realidad nacional y nuestra evolución histórica, tratan de imponer principios reñidos con la libertad y el respeto a las creencias de los otros conciudadanos” (citado por Elena Pont en Partido Laborista: Estado y sindicatos, Buenos Aires, Centro Editor, 1984).
Por lo tanto, la “independencia de clase” del PL se limitó a una cierta autonomía organizativa. Sus dirigentes y militantes defendieron procedimientos democráticos para la elección de sus dirigentes y la participación de las bases en las decisiones. Lo cual chocó con los métodos autoritarios y bonapartistas de Perón. Pero el PL no fue independiente de la ideología burguesa, del nacionalismo y estatismo burgués. Gay y Reyes fueron perseguidos por el gobierno peronista (se los acusaba de conspirar junto a la embajada de EEUU), pero no representaron una alternativa política, o estratégica, a la conducción de Perón. Y los obreros que integraron el PL fueron, antes que nada, peronistas. De manera que cuando Perón ordenó la disolución del PL, la resistencia fue tan débil como efímera. Es revelador que esta experiencia sea presentada como “embrión de la independencia de clase”.
La cuestión central: la unidad ¿organizativa o política?
Por lo argumentado hasta aquí, esta es la pregunta clave que hace Lenin a los partidarios del PT. Es que estos planteaban primero la construcción organizativa del “Partido Obrero Amplio”, para después establecer los objetivos, programa y táctica. Por eso Lenin pregunta: “¿qué quiere decir unificación política de los obreros?” (“Exasperado desconcierto”; p. 309, t. 12 Cartago).
Pensamos que esa pregunta va al corazón de las diferencias que tenemos con los defensores de la táctica PT: ellos piensan que es posible construir un partido obrero “independiente” antes de definir programa, estrategia y tareas. En ese sentido, hacen un fetichismo de la organización. Piensan que hay una suerte de vacío ideológico y político, y que la misma práctica en una organización común hará evolucionar a la militancia hacia las posiciones del socialismo revolucionario. Pero no existe tal vacío. De hecho, los dirigentes que hoy son invitados a formar un PT son keynesianos de izquierda (sin precisar qué se entiende por keynesianismo); nacionalistas; muchos de ellos filo-stalinistas; y/o defensores de un capitalismo “humano”. Los objetivos del marxismo tienen poco que ver con esas ensaladas indigestas. No hay forma de que haya síntesis entre enfoques tan opuestos ¿O es que se piensa en una declaración política lavada, superficial, para barrer las diferencias debajo de la alfombra? ¿Y que con semejante endeblez se puede formar un “gobierno de los obreros” anticapitalista?
Peor todavía: cuando se hace del programa y de la estrategia socialista un cambalache de oportunismo político, lo que termina prevaleciendo es la ideología del reformismo burgués. Véase, si no, el punto del programa del MAS, de 1985, referido al PT. Decía: “… [los socialistas] reconocemos que en ese apoyo generalizado y orgánico a Perón cobró forma, durante años, la unidad política de los trabajadores contra el gorilaje. La crisis del peronismo ha significado la pérdida de esa unidad de los trabajadores (…) Por eso el MAS llama a los trabajadores, activistas y dirigentes obreros del peronismo, a todos los que reivindican supuestas banderas revolucionarias y combativas levantadas desde el peronismo, a que establezcamos la unidad política de nuestra clase haciendo el gran Partido de los Trabajadores, un partido donde ellos… vuelvan a ser la ‘columna vertebral’ y, más todavía, la cabeza dirigente”. Como si “las banderas del peronismo” fueran expresión de la independencia de clase. Como si el programa y estrategia del peronismo no fuera la colaboración entre el capital y el trabajo, y la subordinación de los trabajadores a una conducción bonapartista burguesa. ¿O dónde queda la consigna “la liberación de los trabajadores será obra de los mismos trabajadores»?
Puede verse, por otra parte, que el “franeleo” del PTS con el kirchnerismo izquierdista tiene una larga y arraigada ascendencia.
Para terminar, enfatizamos la idea central: no hay independencia de clase sin un programa, estrategia y política que tengan como eje la organización y lucha contra el capital y el Estado burgués. La ruptura de la clase obrera con el conciliacionismo de clases no depende de medidas organizativas. Lo organizativo se ordena a partir de una teoría y una política definidas, y no al revés.
Para bajar el documento: https://docs.google.com/document/d/1ctn1f2S43wWip1KNVmImVSyq1HcI8vBkdTgcqwLdSV4/edit?usp=sharing
Fuente, Blog de Rolando Astarita
Imagen, Pixabay
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