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Entre Moscú y Occidente: por qué la participación india en ZAPAD no implica un alineamiento con el ‘eje del mal’
¿Está Nueva Delhi más cerca de conformar una unidad militar con Rusia y sus aliados que desafíe a Occidente?
Por David Valiente | 28/09/2025
A las recientes maniobras conjuntas de Rusia y Bielorrusia (ZAPAD), celebradas cerca de las fronteras de la OTAN, se han sumado dos invitados inesperados: India e Irán. Una buena parte de los analistas y medios de comunicación han mostrado su inquietud porque, según ellos, el paso dado por Nueva Delhi es una prueba más de la disposición del país a unirse al bloque que constituye el nuevo ‘eje del mal’ que desde hace unos años Occidente intenta combatir a golpe de sanciones o, directamente, provocando situaciones bélicas frente a sus fronteras.
Realmente, no deberíamos observar nada extraño en la decisión tomada por India de unirse a los juegos militares de Rusia y Bielorrusia, a pesar de los aranceles impuestos por Estados Unidos. Más preocupación, en cambio, debería generar la participación de Irán que, tras los ataques de Tel Aviv y Washington sobre su territorio, en violación del derecho internacional, sí tiene motivos de sobra para coaligarse en un frente antioccidental. Pero este análisis no se centrará en las intenciones geoestratégicas de Teherán, sino que busca responder a una pregunta: ¿Está Nueva Delhi más cerca de conformar una unidad militar con Rusia y sus aliados que desafíe a Occidente? Mi respuesta es no y a continuación explico por qué.
Multilateralismo a la india
En términos diplomáticos, la India apuesta por una posición multilateral en su política exterior prácticamente desde su independencia, cuando lideró el Movimiento de los No Alineados, una tercera alternativa para los países que no querían formar parte de ninguno de los dos bloques de la Guerra Fría. Dicho de una forma llana y sencilla: no se casa con nadie, y si quiere tener un affaire con países que no comulgan con los valores democráticos o no son del agrado de la potencia hegemónica, establecerá acuerdos comerciales o empleará los ejercicios militares como una herramienta de apertura y aproximación diplomática —cosa que hacen todos los países— para maximizar su influencia en el mayor número posible de foros internacionales o áreas continentales.
India participa en ejercicios militares tanto bilaterales como multilaterales liderados por países dispares y enfrentados en el actual panorama internacional. En abril de este mismo año, India celebró junto a los Estados Unidos la cuarta edición del Tiger Triumph, unos juegos bélicos en los cuales participan las tres ramas de las Fuerzas Armadas (aire, tierra y mar), con la finalidad de maximizar la cooperación entre ambos Estados, no solo en cuestiones militares y de inteligencia, sino también en mejora de las capacidades tecnológicas y asistencia humanitaria a desastres. Del mismo modo que comparte conocimientos con Washington, India suele celebrar maniobras militares conjuntas con Rusia. La decimocuarta edición de INDRA se produjo en Chennai y en la bahía Bengala justo antes del citado con Estados Unidos y, como cada año, los dos ejércitos entrenaron la interoperabilidad, la lucha antiterrorista y la mejora de la capacidad de navegación.
De un alcance más limitado y sin exponer conocimientos tan abiertamente como en los anteriores ejercicios, Nueva Delhi también celebra juegos militares con su archienemigo regional, China, aunque es verdad que suelen estar condicionados por la relación política de ambos, lo que implica que no se lleven a cabo con la regularidad de los anteriores. Los Hand-in-Hand comenzaron en 2007 y reúnen a pequeños contingentes de los dos países en la zona fronteriza del Himalaya. La finalidad de estos ejercicios mejorar la cooperación para luchar contra el terrorismo que ha afectado gravemente a los territorios de India y China.
A nivel multilateral, India también suele tener presencia en una serie de ejercicios militares, entre los que podemos citar los Malabar junto a Estados Unidos, Japón y Australia. Estos ejercicios se celebran una vez al año y comprometen a las armadas de los cuatro países en operaciones antisubmarinas, entrenamiento con portaviones y defensa ante incursiones aéreas. Del mismo modo, dentro del marco de la Organización de Cooperación de Shangái, India asiste habitualmente a Peace Mission junto a sus dos rivales regionales, China y Pakistán, además de estar presentes Rusia y los países de Asia Central.
Una amistad histórica
Aunque India trató de mantenerse neutral durante la Guerra Fría, no lo consiguió del todo. Para no quedar aislada dentro de su propia zona geográfica, buscó la amistad de la URSS, y en esos años de bipolaridad, Moscú fue un socio fiable en varios niveles, tanto políticos como económicos y, por supuesto, militares.
El primer veto soviético en la ONU a favor de India se produjo en 1957 a tenor de Cachemira. El Consejo de Seguridad debatió la posibilidad de desarrollar un plebiscito en la región de Jammu y Cachemira bajo supervisión internacional. Sin embargo, India no era partidaria de una resolución de tal naturaleza, pues consideraba que la cuestión de la condición jurídica ya estaba solucionada: los territorios de Jammu y Cachemira habían aprobado una constitución especial y ya se había ratificado la conexión del Estado dentro de la Unión India. Entre 1957 y 1971, se produjeron cinco vetos más por parte de Moscú a favor de India en cuestiones relacionadas con los territorios disputados y el conflicto con Pakistán, que facilitarían el camino para la redacción del Tratado de Paz, Amistad y Cooperación de 1971. Este acuerdo fue clave para la India, ya que aseguraba el apoyo militar total de Moscú en caso de darse una agresión a Nueva Delhi, en un momento en el que se estaba produciendo un desequilibrio geopolítico en su contra debido a la creación de un eje antiindio formado por China, Pakistán y Estados Unidos.
Este respaldo fue crucial durante la guerra de la independencia de Bangladesh en 1971. India participó de forma activa en la búsqueda de apoyo internacional en los países occidentales para la causa de los insurgentes, armó a la guerrilla proindencia bangladesí Mukti Bahini y bombardeó las bases aéreas pakistaníes, este último movimiento fue clave para que el ejército indio y los insurgentes derrotasen a la fuerza pakistaní de Dacca. Si China y Estados Unidos no ayudaron a su aliado fue porque la más que posible intervención soviética desataría una guerra total no solo en el Sur de Asia, sino que, muy probablemente, también hubiera alcanzado una escala planetaria.
En la década de los noventa, India entró en una profunda crisis agravada por la balcanización de la URSS. La Unión Soviética había sido su principal aliado, no solo proveyendo seguridad regional, sino también energética. La crisis dentro de India empeoró por la falta del crudo que llegaba desde el norte del continente y desde el Golfo Pérsico, tras el ataque de una coalición occidental a Irak. Sin embargo, a mediados de los noventa, las relaciones diplomáticas se restablecieron con el heredero de la URSS, Rusia. La cooperación militar y económica entre los dos países pasó una prueba importante en 1998, cuando Nueva Delhi realizó un ensayo nuclear exitoso (Operación Shakti) que recibió el rechazo de la comunidad internacional. Mientras Estados Unidos imponía sanciones económicas, Japón cortaba la ayuda que brindaba al país y China protestaba airadamente; Rusia mantuvo una actitud más pragmática: mostró preocupación por la inestabilidad que se podía generar, pero nunca condenó los actos. De hecho, la colaboración militar continuó entre ambos.
En el año 2000, Vladimir Putin realizó una visita oficial a la India y firmó la Declaración de Asociación Estratégica Indo-Rusa, que amplió y profundizó la cooperación en defensa, convirtiendo a Moscú en el principal proveedor de suministros militares, además de asumir la colaboración en asuntos nucleares civiles. Rusia colabora en la construcción de la central nuclear de Kudankulam (Tamil Nadu).
La amistad se ha mantenido incluso con la invasión de Ucrania, aunque en cierto modo, los papeles se han invertido. Nueva Delhi hizo un llamamiento a la paz y el diálogo y, al igual que Rusia en el 98, no ha pronunciado una condena abierta y se ha abstenido de manera sistemática de hacer lo propio en el Consejo de Seguridad de la ONU hasta la fecha. El Gobierno indio ha sido pieza clave para evitar que las sanciones impuestas por Occidente afectasen a Moscú de manera grave; por este motivo, si antes Rusia era un pilar fundamental para la política exterior de India, desde 2022 los papeles se han invertido.
Maniobras ruso-indias
En paralelo a la actividad diplomática, las maniobras militares han servido para mantener viva la dimensión práctica de esta relación. El ejercicio INDRA, bilateral entre India y Rusia, es el más emblemático, aunque Nueva Delhi también participa de manera regular en maniobras estratégicas organizadas por Moscú, como Zapad o Vostok, y en ejercicios multilaterales de la Organización de Cooperación de Shanghái (SCO). Respecto a los ejercicios ZAPAD, que han sido los que han despertado el recelo de Occidente, Nueva Delhi ha participado en anteriores ocasiones, como en 2021. Pero esta vez, el número de participantes indios no ha llegado ni a una centena (65 para ser más exactos), una cifra mucho menor que lo 200 soldados que participaron en la edición
anterior.
Último desafío entre India y Pakistán
El último desencuentro entre estos dos países tuvo lugar en abril de 2025 y fue causado por un ataque terrorista reivindicado por el Frente de Resistencia, una rama del grupo terrorista Lashkar-e-Taiba paquistaní, en la región de Pahalgam, que dejó 26 víctimas mortales. Este choque, un recuerdo de la sombra del colonialismo, ha dejado un amargo balance para la India, que pensaba que su poderío militar era superior (por no decir aplastante) al de Pakistán. Si bien es verdad que la aviación india golpeó varias bases terroristas y del ejército pakistaní (Operación Sindoor), la respuesta de su contraparte también implicó el bombardeo de zonas militares estratégicas, aunque lo más destacable es que Islamabad reportó el derribo de cinco aviones, tres de ellos de 4.5 generación y fabricación francesa. Un alto mando del ejército indio ha reconocido que se perdieron algunos aparatos, pero no se ha rebelado la cifra exacta.
Aunque no he hallado referencias claras, el ejecutivo y el alto mando militar indio deben de estar preocupados, pues la mayoría de las armas empleadas por Pakistán son de fabricación china, el otro gran enemigo regional. Por lo tanto, y esto es más una suposición que una evidencia, India emprenderá una fase que podríamos calificar de hiperactividad, y, aunque es pronto para asegurarlo, su presencia en ejercicios militares tanto a nivel bilateral como multilateral se maximizarán en corto y medio plazo.
Conclusión
Ya sea por tradición política o porque el multilateralismo le proporciona una herramienta sólida para abrirse al mundo, India no rechaza la interacción con ningún actor internacional, incluso acepta participar en actividades de seguridad con sus mayores enemigos regionales. Los ejemplos expuestos más arriba son solo algunas muestras de la actividad diplomática y militar incesante de India con actores regionales. Hay muchos más y comprometen a países de otras latitudes.
En conjunto, los tratados y las maniobras funcionan como instrumentos de continuidad y autonomía estratégica. Permiten a India mantener abiertas las vías de cooperación con Moscú sin comprometer sus crecientes lazos con Occidente, y al mismo tiempo ofrecen a Rusia la garantía de que no ha perdido a uno de sus socios históricos en la región. Son, en definitiva, la traducción práctica de una relación que se mueve entre la herencia del pasado y la necesidad de equilibrar el presente.
Como hemos constatado, en 2021, Nueva Delhi también participó en los ejercicios militares entre Bielorrusia y Rusia (ZAPAD). En ese año, el número de soldados
participantes fue de 200 por parte de la India, mientras que en este año se han reducido a 65. Lo que quiere decir que, a pesar de los intentos de injerencia de Washington en los asuntos de seguridad de India, Nueva Delhi ha sido prudente incluso cuando Occidente la acusa de estar posicionándose dentro del famoso ‘eje del mal’.
Por tanto, ¿a qué se debe tanto alarmismo? A la actual situación internacional. Los grandes conglomerados informativos, cómplices de unos políticos más preocupados en hacer más ricas a las grandes fortunas armamentísticas que en servir a sus ciudadanos, alientan una narrativa de bloques en el imaginario social. ¿La finalidad? Infundirnos miedo haciéndonos creer que estamos cada vez más aislados y que ya ni siquiera se puede confiar en un país que comparte el mismo sistema político y de valores que el nuestro.
Bibliografía:
– https://www.pib.gov.in/PressReleasePage.aspx?PRID=2132473
– https://www.pib.gov.in/PressReleasePage.aspx?PRID=2119037
– Malone, D; Mohan, R; Raghavan, S (ed). (2015): India and Asian Geopolitics: The Past, Present, Oxford Academic.
– Menon, S. (2021): India and Asian Geopolitics: The Past, Present, Penguin Ramdom House India, Gurugram.
– Duncan, P. (2024): The Soviet Union and India, Routledge Taylor and Francis Group, London.
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