martes, 21 de enero de 2025

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«Alto al fuego» en Gaza: logro parcial de la lucha palestina a un costo humano inestimable

Por Fabio Bosco

El 15 de enero, el primer ministro qatarí, Mohammed al-Thani, anunció un acuerdo integral de alto el fuego entre el Estado de Israel y la resistencia palestina liderada por Hamás a partir del 19 de enero. Mientras se negociaba el acuerdo, Israel seguía bombardeando Gaza.

Además del cese de las hostilidades, el acuerdo prevé el intercambio de prisioneros, incluidos presos políticos palestinos condenados a cadena perpetua, la retirada de las tropas israelíes de Gaza excepto en una franja fronteriza de 700 metros, la amplia entrada de ayuda humanitaria, la libre circulación de los palestinos dentro de Gaza, un plan de reconstrucción y la extensión del gobierno de la Autoridad Palestina a Gaza basado en fuerzas militares de los países árabes. El acuerdo se implementará en 3 fases y será supervisado por Estados Unidos, Egipto y Qatar.

El gobierno israelí tenía otros planes para Gaza: estrangular la resistencia palestina, ocupación militar permanente, la expulsión de la población palestina del norte de Gaza y su sustitución por colonias sionistas. Pero estos objetivos chocaron con la resistencia heroica de los palestinos y sus aliados.

El pueblo palestino sobrevivió a 15 meses de genocidio implementado conscientemente por los sionistas a base de bombardeos, balas, hambre, frío y el fin de los servicios de salud. Al menos 65.000 palestinos fueron asesinados en Gaza, el 70% mujeres y niños, y otros 800 en Cisjordania, donde miles fueron arrestados. Además, el 70% de todos los edificios, incluidas escuelas y hospitales, quedaron destruidos. La heroica resistencia palestina, debilitada, reclutó nuevos miembros y llevó a cabo ataques con armas y cuchillos contra soldados israelíes en Gaza.

La resistencia palestina profundizó la crisis económica israelí con el consiguiente éxodo de capital y de cientos de miles de sionistas liberales. Además, existe un conflicto entre el Estado de Israel y la población ortodoxa haredí que no acepta participar en el reclutamiento militar. Finalmente, la humillante situación de los prisioneros israelíes en Gaza movilizó a familiares y amigos y se ganó la simpatía de la mayoría de la población. Externamente, el creciente aislamiento internacional y la pérdida de apoyo entre la gente, particularmente entre la juventud y la comunidad judía en Estados Unidos, dificulta el proyecto sionista en su conjunto.

Quien paga a la banda, elige la música.

Pero nada de esto pareció molestar a Netanyahu y su gabinete de extrema derecha. Hasta que su principal patrocinador, Estados Unidos, a través del emisario de Trump, la noche del 11 de enero informó la posición del nuevo presidente a favor de un alto el fuego inmediato dado el estancamiento de Israel que dada la resistencia no logra establecer una ocupación militar efectiva en Gaza o en el sur del Líbano. La prensa israelí informó que se trataba de una imposición, y se desconoce si se negoció luz verde para otros objetivos sionistas como la anexión de Cisjordania. Seguramente Trump quiere confiar en este acuerdo de alto el fuego como una palanca para implementar el “Acuerdo de Abraham”, iniciado en su primer gobierno y paralizado con la guerra en Gaza, que busca normalizar las relaciones de Israel en Medio Oriente empezando por Arabia Saudita.

El hecho es que el Estado de Israel depende de la financiación, las armas y el apoyo diplomático de Estados Unidos para existir, y no sería prudente contradecir a Trump.

Además del imperialismo norte americano, también se benefician de este acuerdo otros países imperialistas que apoyan a Israel, como los europeos que entregan armas, Rusia, que exporta petróleo, y China, que es el principal socio comercial de los sionistas. El imperialismo europeo espera una reducción de la ola de movilizaciones populares contra el apoyo al genocidio israelí, y China podrá retomar las rutas comerciales en el Mar Rojo, obstruidas por los hutíes yemeníes en solidaridad con Palestina.

Entre los países árabes, Egipto se beneficiará de la normalización del tráfico marítimo en el Canal de Suez y de los ingresos que proporcionará el control del puesto fronterizo de Rafah. Qatar se afirma, una vez más, como el régimen árabe más popular entre los palestinos junto con los hutíes. Y el resto puede retomar los vergonzosos acuerdos de normalización con el Estado de Israel, sin enfrentarse a una enorme furia popular.

¿Un nuevo Medio Oriente?

El presidente Joe Biden, incansable proveedor de armas para el genocidio en Gaza, Cisjordania y Líbano, declaró que su administración era responsable del alto el fuego porque obligó a Hamás a aceptarlo desde la configuración de un nuevo Oriente Medio con el debilitamiento de Hezbolá y la caída de Bashar al-Assad.

Hamás ya había aceptado el acuerdo de alto el fuego anunciado por Joe Biden en junio de 2024. En otras palabras, el verdadero obstáculo al alto el fuego era Netanyahu, que puede continuar el genocidio gracias a la financiación, las armas y el blindaje diplomático del propio gobierno de Biden, y con el apoyo o la complicidad de otros países imperialistas.

En cuanto al Líbano, de hecho hay un avance en la política estadounidense tras la elección del general Joseph Aoun y el nombramiento de Nawaf Salam como Primer Ministro, ambos apoyados por Estados Unidos y Arabia Saudita. Pero desde allí hasta el desarme de Hezbolá queda un largo camino por recorrer.

En Siria, el mantenimiento del dictador genocida Bashar al-Assad contó con el apoyo tanto de Estados Unidos como de Israel. Assad protegió la ocupación israelí de los Altos del Golán durante 50 años y se estaba distanciando del régimen iraní. Además, mantuvo a varios miembros de la resistencia palestina en las infames prisiones de Sednaya y en la “rama palestina”. Los únicos países que ayudaron, de una forma u otra, en la ofensiva militar y popular que condujo a la caída de Assad fueron Turquía, Qatar y el servicio secreto ucraniano que proporcionó tecnología de drones con fines militares. Pero el factor decisivo fue el odio de la población siria contra Assad, que le quitó su base social, y permitió el triunfo de la acción combinada de la ofensiva militar liderada por el HTS desde Idlib, y el levantamiento popular en el sur y el gran Damasco.

El nuevo régimen sirio busca la reconstrucción capitalista del país en colaboración con todos los países imperialistas y potencias regionales como Turquía y Arabia Saudita, además de los países vecinos. Por eso se limita a protestas diplomáticas contra la ocupación israelí de los Altos del Golán. Pero entre la población siria, la simpatía por la causa palestina siempre ha sido y sigue siendo mayoritaria. A medio plazo esto se volverá contra la ocupación israelí, de una forma u otra, sin que exista una dictadura sanguinaria que proteja a los sionistas.

Consciente de esta realidad, el Estado de Israel bombardeó 800 objetivos militares y de inteligencia sirios, en la mayor operación aérea de la historia de los sionistas, y quiere promover una conferencia para la partición de Siria en tres Estados: un druso en el sur, un kurdo en el noreste y un sirio de Damasco. Por supuesto, este plan depende de que Estados Unidos lo ponga en marcha.

Finalmente, la cuestión iraní. El régimen iraní prioriza un acuerdo con el imperialismo occidental basado en la reanudación del acuerdo nuclear a cambio del fin de fuertes sanciones económicas. Al mismo tiempo, firma un acuerdo de apoyo mutuo con el imperialismo ruso para enfrentar una posible agresión militar imperialista de Israel, cuyo gobierno está dispuesto a atacar instalaciones nucleares, militares o petroleras. Una vez más, esto depende enteramente del apoyo estadounidense.

Una conquista parcial, pero hay que seguir la lucha

En este escenario regional e internacional, podemos afirmar que el fin del genocidio es un logro parcial de los palestinos. No es casualidad que el anuncio de la tregua haya sido recibido con expresiones de alegría en toda Palestina. El pueblo palestino, una vez más, impide con su resistencia heroica que Israel consiga imponer todos sus objetivos, a pesar de su aplastante superioridad militar.

Pero, eso no es una verdadera paz. Estamos delante de un proceso muy frágil, en medio de una catástrofe humanitaria indescriptible, donde ni siquiera está claro que Israel vaya a cumplir los términos del acuerdo. Este alto el fuego no significa el fin de la violencia del sionismo genocida. No habrá paz sin el fin de la ocupación de Israel y hasta que no haya una Palestina libre del rio Jordán hasta el mar Mediterráneo.

Esta tregua no puede servir tampoco para hacernos olvidar el genocidio cometido por Israel con la complicidad de todos los gobiernos imperialistas. Debemos seguir exigiendo que los criminales sionistas sean arrestados como ordenó la Corte Penal Internacional y juzgados por crímenes de guerra y de lesa humanidad.

Este logro parcial sólo se mantendrá y ampliará con el fortalecimiento de la resistencia palestina, a través de la movilización popular con autodefensa armada en coordinación con la solidaridad internacional de la clase trabajadora y la juventud árabe y en todo el mundo, para derrocar regímenes  como el de Siria y paralizar la maquinaria militar en los países imperialistas.

 

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