domingo, 6 de julio de 2025

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Los del cinco por ciento: Promesas bélicas de la OTAN

Por Dr. Binoy Kampmark*

El estafador-en-jefe volvió a las andadas durante su visita a La Haya, donde se reunió a regañadientes con los miembros de la excesivamente numerosa familia que es la OTAN. El presidente Donald Trump esperaba convencer a todos los presentes de que los aliados de Estados Unidos, independientemente de sus inclinaciones y de su política interna, debían gastar generosamente en defensa, exagerando los márgenes de sensatez y sensibilidad frente a amenazas marginales. No importa la presión que esto suponga para el presupuesto nacional, con esas prioridades tan absurdas respecto al bienestar, la salud o la educación.

Lo maravillosamente irónico de todo esto es que gran parte del aumento del presupuesto se debe a la percepción de que Trump es poco fiable y caprichoso en lo que respecta a los asuntos europeos. ¿Trataría, por ejemplo, con la máxima seriedad las obligaciones de defensa colectiva esbozadas en el artículo 5 del tratado que rige la organización? Dado que no se puede confiar en Washington para defender el fuerte contra los salvajes satánicos del Este, varios países europeos han estado fomentando un aumento del gasto en defensa para luchar contra los duendes y los fantasmas que perturban sus conciencias por la noche.

La Unión Europea, por ejemplo, ha puesto en marcha iniciativas que facilitarán más que nunca la adquisición de armamento y la inversión en el complejo industrial militar, elevando el umbral del gasto en defensa de todos los países miembros al 3,5 % del PIB para finales de la década. Y luego está el conflicto de Ucrania, una guerra que Bruselas no puede soportar que termine en términos que puedan ser remotamente favorables a Rusia.

El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, consideró que la promesa de ayuda económica realizada en la cumbre de la OTAN era totalmente natural, cuando no eminentemente sensata. No hubo mucho más. Fue Rutte quien comentó con adulación infantil que «a veces papá tiene que usar un lenguaje duro» cuando se trata de resolver las disputas sangrientas entre Israel e Irán. Papá Trump lo aprobó. «Le caigo bien, creo que le caigo bien», se jactó el presidente estadounidense con entusiasta satisfacción.

El comportamiento de Rutte ha sido visto con recelo, como es lógico. Bajo su dirección, la sede de la OTAN se ha esforzado por restar importancia al cambio climático y a su agenda sobre las mujeres, la paz y la seguridad. No ha sabido sacar partido de la obsesión de Trump por la anexión de Groenlandia, ni del sádico abuso del presidente hacia ciertos líderes cuando visitan la Casa Blanca; me vienen a la mente Volodymyr Zelensky, de Ucrania, y Cyril Ramaphosa, de Sudáfrica. «No se le paga para aplicar la política MAGA», refunfuñó un diplomático europeo de la OTAN a Euroactiv.

En su declaración inicial del 25 de junio, Rutte expresó su deseo de que la OTAN disponga tanto del dinero como de las capacidades para hacer frente no sólo a Rusia, «sino también al enorme aumento del poderío militar de China y al hecho de que Corea del Norte, China e Irán estén apoyando la guerra en Ucrania». También se echó más leña al fuego del ego de Trump al responder a las preguntas. «¿De verdad cree que los siete u ocho países que no alcanzaban el 2% [del PIB en gasto de defensa] a principios de este año habrían alcanzado ese 2% si Trump no hubiera sido elegido presidente de los Estados Unidos?». Era lógico, dada la contribución de los Estados Unidos («más del 50 % del total de la economía de la OTAN»), que las cosas tuvieran que cambiar para europeos y canadienses.

El elemento central de la Declaración de la Cumbre de La Haya es la promesa de que el 5% del PIB bruto de los países miembros se destinará a «las necesidades básicas de defensa, así como al gasto relacionado con la defensa y la seguridad para 2035, a fin de garantizar nuestras obligaciones individuales y colectivas». La tradicional Rusia es el antagonista previsible, que supone una «amenaza a largo plazo […] para la seguridad euroatlántica», pero también lo era «la persistente amenaza del terrorismo». El objetivo es optimista, dadas las recientes estimaciones de la propia OTAN de que nueve miembros gastan menos del objetivo actual del 2% del PIB.

Lo que resulta engañoso en la declaración es el proceso contable: el 3,5 % del PIB anual que se gastará «en la definición acordada de gasto de defensa de la OTAN para 2035 con el fin de financiar las necesidades básicas de defensa y cumplir los objetivos de capacidad de la OTAN» es un componente. El otro 1,5 %, una cifra basada en una gestión creativa de las cuentas, está destinado a «proteger nuestras infraestructuras críticas, defender nuestras redes, garantizar nuestra preparación y resiliencia civil, impulsar la innovación y reforzar nuestra base industrial de defensa».

Otro elemento engañoso de la declaración es la supuesta unanimidad de los Estados miembros. Los países bálticos y Polonia están siempre comprometidos con el aumento de sus presupuestos de defensa en previsión de un ataque ruso, pero no se puede decir lo mismo de otros países menos dispuestos a ello. El primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico, por ejemplo, declaró en vísperas de la cumbre que su país tenía «cosas mejores en las que gastar el dinero». El primer ministro español, Pedro Sánchez, también ha calificado el objetivo del 5 % como «incompatible con nuestra visión del mundo», y prefiere centrarse en una política prudente de adquisiciones.

Rutte pareció disfrutar de su papel de adulador y bufón, asegurándose de que Trump no sólo quedara apaciguado, sino también complacido. Era una escena aún más extraña si se tiene en cuenta que Trump tiene una opinión muy favorable del presidente ruso, Vladimir Putin. Por desgracia para el secretario general, su papel quedará grabado para siempre en el contexto de la historia europea como un aspirante a belicista, valorado en el 5% del PIB de cualquiera de los Estados miembros de la OTAN. Difícilmente un epitafio halagador.

Nota original: The five percenters: NATO’s promise of war.

Binoy Kampmark fue becario de la Commonwealth en el Selwyn College de Cambridge. En la actualidad imparte clases en la Universidad RMIT de Melbourne. Correo electrónico: bkampmark@gmail.com.

– Traducido por Sinfo Fernández en Voces del Mundo.

 

 

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