
Al menos 143 migrantes mueren en un nuevo naufragio de una patera que se dirigía a las Islas Canarias
Tragedia en la ruta migratoria atlántica: al menos 143 víctimas en un nuevo naufragio frente a la costa de Mauritania
Una nueva tragedia ha sacudido la peligrosa ruta migratoria que conecta el África Occidental con las Islas Canarias. Una embarcación con unas 160 personas a bordo naufragó esta semana frente a las costas de Mauritania, cerca de la localidad de M’haijratt, a unos 60 kilómetros al norte de Nuakchot. Hasta el momento, se han recuperado 70 cadáveres y solo 17 personas han logrado sobrevivir, mientras continúa la búsqueda del resto de los ocupantes, todos desaparecidos en el mar. La embarcación, que zarpó desde Gambia entre el 20 y el 21 de agosto, llevaba al menos seis días navegando en condiciones extremas.
Según relataron los pocos supervivientes rescatados, todos jóvenes de entre 18 y 19 años, la patera sufrió un fallo que la dejó a la deriva, lo que podría haber forzado su acercamiento a la costa mauritana en busca de ayuda.
La organización Caminando Fronteras, que ha seguido de cerca la tragedia, ha denunciado nuevamente la falta de medios adecuados para socorrer a los migrantes que se lanzan al océano en embarcaciones precarias. Helena Maleno, portavoz de la ONG, ha criticado duramente la externalización de fronteras por parte de la Unión Europea y ha recordado que la ruta atlántica se ha convertido en una de las más mortíferas del mundo. Solo en 2024, más de 9.700 personas perdieron la vida intentando llegar a Canarias por esta vía, lo que representa el 93 % del total de muertes migratorias registradas por la entidad en sus informes.
Mauritania, junto con Senegal y Gambia, se ha consolidado como uno de los principales puntos de salida de estas travesías hacia Europa. Muchos de los migrantes que embarcan en estas rutas huyen de contextos de pobreza extrema, violencia o falta de oportunidades, arriesgando sus vidas en busca de un futuro mejor. La patera siniestrada esta semana es una más de las muchas que desaparecen cada año en un mar convertido en frontera invisible y trampa mortal.
Este nuevo naufragio vuelve a poner sobre la mesa el drama humanitario que se vive en las rutas migratorias hacia Europa y la necesidad urgente de replantear las políticas migratorias desde un enfoque basado en los derechos humanos. La omisión del deber de socorro y la criminalización de la migración solo contribuyen a aumentar el número de víctimas de un fenómeno que, lejos de disminuir, continúa creciendo como consecuencia del neoimperialismo occidental que expolia sus riquezas y sostiene regímenes políticos serviles.
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