¿Nobel de la Paz para una aliada de guerras y golpes de estado? La verdadera cara de María Corina Machado
La líder de la oposición conservadora intenta presentarse como opción “pacífica”, pero su trayectoria evidencia apoyo a golpes de Estado, invasiones militares, alianzas con el sionismo genocida y silencio absoluto ante crímenes del imperialismo estadounidense.
María Corina Machado es presentada por los medios tradicionales y por los sectores del establishment como la gran alternativa “democrática” y “civilizada” para Venezuela. Sin embargo, su trayectoria política revela una realidad completamente distinta: una dirigente profundamente alineada con los intereses militares, económicos y geopolíticos del imperialismo estadounidense, promotora de intervenciones, defensora de gobiernos represivos y sostén político de proyectos colonialistas como el Estado de Israel.
Su historial lo demuestra. Machado apoyó abiertamente el golpe de Estado de abril de 2002, encabezado por la burguesía venezolana y patrocinado por Estados Unidos, un intento de imponer un régimen empresarial que disolvió todos los poderes públicos en pocas horas. En 2002-2003 se ubicó nuevamente junto a la élite económica en el paro patronal y sabotaje petrolero, que buscó derrocar al gobierno electo generando desabastecimiento y caos económico. Cuando el referéndum de 2004 no favoreció a su sector, desconoció los resultados democráticos, mostrando que su “defensa de las urnas” vale solo cuando gana.
En 2014 apoyó “La Salida”, una estrategia concebida para combinar protestas de capas medias con acciones de un sector militar que diera un golpe contra Maduro. Y en 2019, en plena ofensiva de la administración de Donald Trump sobre Venezuela, Machado fue de las principales voceras pidiendo abiertamente una intervención militar extranjera, ofreciendo el país al mando del Pentágono para imponer un gobierno a su medida.
Silencio ante ejecuciones en el Mar Caribe: la complicidad política que nadie menciona
En semanas recientes, organismos de derechos humanos y Naciones Unidas han cuestionado duramente acciones militares estadounidenses en el Mar Caribe, donde embarcaciones civiles han sido bombardeadas y sus ocupantes asesinados bajo la excusa de combatir el narcotráfico. En uno de los casos más graves, sobrevivientes denuncian que, después del bombardeo, personas desarmadas en el agua fueron ejecutadas, los reportes indican que el entonces secretario de Defensa de EE.UU, Pete Hegseth, habria dado la orden de un segundo ataque con el objetivo de eliminar a los sobrevivientes, lo cual está siendo investigado.
Hasta ahora, el gobierno de Estados Unidos no ha entregado respuestas, pero lo que sí se sabe es que María Corina Machado guarda silencio absoluto.
Ni una condena.
Ni una exigencia de investigación.
Ni una sola palabra por los venezolanos asesinados por el ejército del país al que ella exige subordinación política y militar.
Cuando el agresor es Estados Unidos, el silencio de Machado es total. Y ese silencio también es una forma de complicidad.
Apoyo explícito al genocidio en Palestina
Aún más grave resulta su alineamiento con el Estado de Israel, dirigido por el partido extremista Likud de Benjamín Netanyahu. Mientras el mundo presencia un genocidio brutal contra el pueblo palestino—más de 70.000 muertos, la mayoría mujeres y niños; hospitales destruidos; fosas comunes; hambruna inducida—el partido de Machado, Vente Venezuela, se declara orgulloso de sus acuerdos con ese gobierno.
Machado no ha condenado ni uno solo de los crímenes de guerra israelíes. Por el contrario, se ha alineado con quienes justifican las matanzas en nombre de los “valores de Occidente”, repitiendo la narrativa del sionismo más radical.
¿Puede alguien que apoya un genocidio hablar de “paz” o “democracia”?
¿Puede ser opción para un país quien defiende a un gobierno que comete crímenes contra la humanidad y quien guarda silencio cuando su aliado Donald Trump presiona para impedir investigaciones internacionales que responsabilicen a Netanyahu?
La respuesta es evidente.
Una trayectoria coherente… con la ultraderecha internacional
Su defensa del genocidio israelí no sorprende si se observa su historial. Machado ha apoyado:
a Álvaro Uribe, responsable de un régimen de terror en Colombia; a Donald Trump, impulsor de sanciones criminales y políticas antiinmigrantes contra venezolanos; a gobiernos que bombardean civiles en Medio Oriente y el Caribe; a golpes de Estado y bloqueos económicos.
Su proyecto político no es democrático ni soberano es colonial, clasista, violento e imperialista.
Machado habla de paz, pero defiende guerras.
Habla de democracia, pero apoyó golpes de Estado.
Habla de libertad, pero respalda masacres y ocupaciones.
Habla de soberanía, pero quiere entregar la política venezolana al Pentágono.
Si este es el rostro de la “alternativa democrática” que se intenta vender, es fundamental desmontarlo con hechos. María Corina Machado no representa la paz ni la democracia: representa la agenda del imperialismo y de los sectores más reaccionarios del continente.


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