OPINIÓN
Del mar a las calles: La Flotilla Global Sumud despierta al mundo e impulsa protestas contra el genocidio
La Flotilla Global Sumud despierta protestas mundiales tras ser atacada por Israel cuando intentaba llevar ayuda humanitaria a Gaza.
Por: Humaira Ahad
Decenas de miles de personas en distintos países salieron a las calles el viernes y sábado en respuesta al ataque israelí contra la Flotilla Global Sumud, poniendo en evidencia el éxito de la misión al despertar la conciencia internacional frente al genocidio en curso y la crisis humanitaria resultante en Gaza.
Manifestantes se congregaron en ciudades de Europa, Asia y América Latina para condenar la guerra genocida de Israel y la detención de cientos de activistas que intentaban entregar ayuda a la asediada franja palestina.
Algunas de las movilizaciones más multitudinarias se llevaron a cabo en Italia y España, incluida la de Barcelona, que el sábado fue descrita por muchos como la mayor marcha en la historia de la ciudad.
La flotilla, compuesta por al menos 44 embarcaciones civiles y cerca de 500 activistas de diferentes nacionalidades, sufrió su primera intercepción el miércoles por la noche.
Las fuerzas israelíes abordaron varias embarcaciones y detuvieron a los voluntarios, entre ellos la reconocida activista climática sueca Greta Thunberg y varios parlamentarios europeos, quienes fueron trasladados a una prisión en los territorios ocupados.
Para el mediodía del jueves, el ejército israelí informó haber confiscado todas las naves excepto una. El viernes por la mañana, un vídeo transmitido en vivo mostró a las fuerzas israelíes abordando el Marinette, último navío operativo de la flotilla, con bandera polaca, a unas 42.5 millas náuticas de Gaza. Se informó que la embarcación contaba con una tripulación de seis personas.
La mayoría de los detenidos fueron deportados a sus países el sábado y domingo. Algunos ofrecieron declaraciones a la prensa en Estambul, denunciando que Thunberg fue vejada, torturada, arrastrada y forzada a besar la bandera israelí —supuestamente por órdenes del ministro israelí Itamar Ben-Gvir, quien calificó a los activistas de “terroristas”.
Activistas denunciaron que las fuerzas navales israelíes sabotearon deliberadamente las comunicaciones de varias embarcaciones para bloquear las señales de socorro y transmisiones en vivo a medida que se aproximaban a Gaza.
Incluso en las semanas previas a la intercepción y secuestro, las naves de la flotilla fueron objeto de múltiples ataques.
Dos funcionarios estadounidenses de inteligencia, que pidieron anonimato, informaron que, siguiendo órdenes de Netanyahu, Israel lanzó drones desde un submarino los días 8 y 9 de septiembre, dejando caer artefactos incendiarios sobre las embarcaciones ancladas en las afueras del puerto tunecino de Sidi Bou Said, lo que provocó un incendio.
Según un informe de CBS News, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, autorizó personalmente ataques con drones contra dos embarcaciones de la flotilla Sumud rumbo a Gaza.
El 8 de septiembre, un artefacto incendiario impactó a The Family, una embarcación con bandera portuguesa, apenas un día después de que la diputada lusa Mariana Mortágua estuviera a bordo.
Al día siguiente, el buque Alma, con bandera británica, fue atacado de manera similar. Ambas embarcaciones resultaron dañadas por el fuego.
En incidentes separados ocurridos a finales de septiembre, un grupo de activistas afirmó haber sido atacado por 15 drones volando a baja altitud mientras navegaban al sur de Grecia.
Se reportaron al menos 13 explosiones en torno a la flotilla, y varios objetos fueron lanzados sobre al menos diez barcos, ocasionando daños materiales.
Mientras tanto, los organizadores de la flotilla reafirmaron su compromiso con la denuncia del genocidio en curso, facilitado por Estados Unidos y sus aliados.
“El mundo debe tomar nota: los intentos de silenciar, intimidar u obstaculizar nuestro compromiso con la causa y el pueblo palestino no prosperarán. Exigimos investigaciones urgentes e independientes sobre estos ataques y plena rendición de cuentas para los responsables”, declararon.
Alcance global de la flotilla
La flotilla contó con participantes de 37 países, con nutridas delegaciones provenientes de España, Francia, Italia, Turquía y Malasia.
Más de 400 activistas fueron detenidos tras el ataque israelí. El Comité Internacional para Romper el Sitio de Gaza informó que algunos de ellos iniciaron huelgas de hambre durante su reclusión en Israel.
La Comisión de Asuntos de los Prisioneros Palestinos (Al-Asir) anunció que el régimen sionista encarceló a los activistas de la Flotilla Global Sumud en la prisión del desierto del Néguev, considerada una de las instalaciones más infames del régimen.
Si bien la flotilla transportaba solo una cantidad simbólica de ayuda humanitaria, su objetivo principal era establecer un corredor marítimo hacia Gaza y visibilizar la grave crisis humanitaria tras casi dos años de guerra genocida.
La misión zarpó a finales de agosto de 2025 desde puertos de España e Italia, haciendo escala en Grecia y Túnez rumbo a Gaza.
Activistas reportaron encuentros hostiles, incluidos supuestos ataques con drones cerca de Malta y Creta, que dañaron algunas naves y obligaron a retirarlas.
Para cuando la caravana se aproximaba al Mediterráneo oriental, quedaban 44 embarcaciones, lo que captó la atención internacional y llevó a España e Italia a desplegar buques para monitorear y brindar apoyo logístico.
Sin embargo, ambos países cesaron su acompañamiento cuando la flotilla se aproximó a 278 kilómetros de la costa de Gaza, ante el temor de un ataque israelí.
Reacciones internacionales
Gobiernos y organismos internacionales de derechos humanos respondieron enérgicamente ante la intercepción y secuestro de los activistas que integraban la flotilla.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Irán lo condenó rotundamente. Su portavoz, Esmail Baqai, calificó la agresión como “una violación flagrante del derecho internacional y un acto de terrorismo”.
Alabó los esfuerzos humanitarios de los activistas, quienes “manifestaron su solidaridad con el pueblo palestino y buscaron romper el cruel bloqueo”.
El Movimiento de Resistencia Islámica de Palestino (HAMAS) calificó los ataques a las embarcaciones, activistas y periodistas como una “agresión traicionera, crimen de piratería y terrorismo marítimo”.
Subrayó que interceptar la flotilla “es un acto criminal que debe ser condenado por todos los pueblos libres del mundo”.
El primer ministro de Malasia, Anwar Ibrahim, denunció la “intimidación y coerción” israelí contra embarcaciones con “civiles desarmados y suministros humanitarios vitales para Gaza”.
Sostuvo que Israel ha demostrado “un desprecio absoluto no solo por los derechos del pueblo palestino, sino también por la conciencia del mundo”.
El ministro de Exteriores de Irlanda, Simon Harris, expresó su preocupación por las incursiones israelíes, calificando la flotilla como “una misión pacífica destinada a arrojar luz sobre una catástrofe humanitaria espeluznante”.
En Sudamérica, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, expulsó a los diplomáticos israelíes y puso fin al Tratado de Libre Comercio con Israel como acto de protesta.
Describió a Netanyahu como ejemplo de “la hipocresía mundial y de por qué debe ser capturado como criminal internacional”.
El canciller venezolano, Yvan Gil, señaló que el bloqueo representa “una herramienta de guerra deliberada, la continuación del genocidio por otros medios, con el fin de aniquilar a la población mediante el hambre, como complemento a los bombardeos indiscriminados”.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Turquía calificó la intercepción israelí como un acto “terrorista”.
Protestas en todo el mundo
Masivas manifestaciones estallaron en varias ciudades europeas tras la interrupción de la Flotilla Sumud. En Italia, miles se movilizaron en Roma, Milán, Turín, Trento, Bari y Palermo.
Multitudes marcharon desde lugares emblemáticos como el Coliseo y plazas centrales, ondeando banderas palestinas y portando pancartas que exigían el fin del bloqueo israelí.
El tráfico comercial en el puerto de Livorno fue interrumpido temporalmente, y la huelga nacional organizada por sindicatos italianos afectó el servicio ferroviario en todo el país.
En Pakistán y Bangladés, las protestas se llevaron a cabo tras las oraciones del viernes, con miles marchando en Karachi, Islamabad y Daca, portando banderas palestinas y carteles condenando las acciones israelíes.
En Malasia, cientos se congregaron frente a la embajada de Estados Unidos en Kuala Lumpur para expresar su indignación por el secuestro de activistas y exigir el fin inmediato del bloqueo a Gaza.
Antecedentes de ataques a flotillas
La Flotilla Global Sumud es la más reciente de una serie de misiones marítimas humanitarias con destino a Gaza que han sido atacadas por el régimen de ocupación israelí.
En mayo de 2010, el Mavi Marmara, con bandera turca y más de 600 activistas a bordo, fue asaltado por fuerzas israelíes en aguas internacionales, resultando en la muerte de 10 personas y decenas de heridos.
Las flotillas posteriores, en 2011, 2015 y 2018, también fueron interceptadas antes de llegar a Gaza. En 2025, tras la guerra genocida emprendida por Israel en Gaza, nuevos intentos de flotillas corrieron la misma suerte. La embarcación Conscience fue atacada por drones armados cerca de Malta a inicios de mayo, provocando un incendio. En junio, la Madleen fue interceptada a 100 millas náuticas de Gaza, y en julio, la Handala fue abordada por fuerzas israelíes, resultando en la detención y deportación de los 21 activistas que viajaban a bordo.
Estas reiteradas intervenciones ilustran la firme determinación de Israel, según activistas y observadores, de impedir a toda costa que la ayuda humanitaria llegue a la franja asediada.
Simbolismo y trascendencia
Aunque la flotilla fue atacada, la misión logró un objetivo aún más amplio: despertar la conciencia global y movilizar la opinión pública frente al brutal bloqueo que Israel impone sobre Gaza.
Las protestas masivas, las condenas políticas y la amplia atención mediática que generó la misión son prueba de su éxito al transformar una operación humanitaria simbólica en una declaración global en defensa de la justicia, la legalidad y los derechos humanos.
A pesar de no haber alcanzado físicamente Gaza, el impacto simbólico de la flotilla al movilizar la opinión pública contra el régimen israelí ha sido significativo.
La iniciativa ha puesto de manifiesto la capacidad de la sociedad civil para exigir rendición de cuentas a los gobiernos y desafiar las estructuras geopolíticas profundamente arraigadas.
La misión representa un cambio en el modo de participación global, en el que la sociedad civil y el activismo de base convergen con cuestiones geopolíticas para visibilizar violaciones a los derechos humanos y urgencias humanitarias.
Aunque las embarcaciones fueron detenidas, el impacto de la flotilla continúa propagándose por todo el mundo.
Texto recogido de un artículo publicado en PressTV.
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