domingo, 10 de agosto de 2025

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Sobre las garantías internacionales que derramaron sangre libanesa

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Ali Shoeib - Corresponsal de Al-Manar en el sur del Líbano

El 10 de agosto de 2006, la historia de la “Supervivencia de Maryayun” se convirtió en una página oscura en la historia del conflicto con el enemigo israelí.

El ejército de ocupación israelí asaltó el cuartel de Maryayun ese día, cuando el Líbano se vio sometido a una brutal guerra israelí que duró 33 días. Las fuerzas de ocupación tomaron el cuartel sin ninguna resistencia por parte de las tropas y fuerzas de seguridad libanesas, que depusieron las armas.

Se acordó que la ciudad, situada a 8 km de la frontera con la Palestina ocupada, sería evacuada de forma segura y que el enemigo israelí no atacaría el convoy, según lo estipulado en las garantías presentadas a través de la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en el Líbano (FPNUL).

Estas garantías, negociadas por EEUU y Francia, supuestamente pretendían expulsar de la zona de peligro a las fuerzas libanesas detenidas en el cuartel, junto con los civiles varados. ¡Pero lo que sucedió fue una conmoción contundente!

El convoy había partido el 11 de agosto de 2006. Fue escoltado por dos vehículos de la FPNUL.

En lugar de dejarlo ir, la aviación enemiga israelí persiguió al convoy de aproximadamente 759 vehículos tras llegar al valle de la Beqaa Occidental, atacándolos brutalmente y convirtiendo su trayectoria en una masacre.

El ataque, realizado con nueve bombas, causó la muerte de al menos siete personas, heridas a al menos 36 y la destrucción de varios vehículos.

Ese ataque de 2006 fue una dura lección que lo dice todo sobre el conflicto con un enemigo que no cumple ningún pacto, ya que las falsas garantías franco-estadounidenses ofrecidas al gobierno libanés en aquel momento fueron simplemente una ilusión y un engaño. El ataque al convoy de Maryayun confirma una realidad contundente: no se puede confiar en el enemigo, y todas las garantías internacionales o promesas regionales destinadas a desarmar la resistencia son solo una excusa temporal para lograr sus objetivos, que solo buscan un momento de debilidad que les permita lograr lo que no pudieron lograr durante la última guerra a finales de 2024.

Nuestra historia está repleta de ejemplos que demuestran que ceder el poder es una invitación abierta a la agresión. Cuando se desarma la resistencia, la patria queda expuesta a las ambiciones del enemigo.

Las armas no son solo una herramienta de combate, sino un símbolo de la voluntad nacional de defender la patria y proteger la soberanía, y la resistencia es la última línea de defensa.

El ataque al convoy de Maryayun ha demostrado que confiar en promesas internacionales, en ausencia de una verdadera fuerza disuasoria, es apostar por la derrota. Cualquiera que ponga su seguridad en manos del enemigo se suicida voluntariamente, y nosotros no queremos hacerlo.

Source: Al Manar



 

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